Editorial Militancia y Sociedad
Hacer política,
aseguran, es despertar las contradicciones del adversario. E inclusive, es
despertar contradicciones en el seno del campo popular y al interior de las
izquierdas. Para fortuna nuestra, la candidatura presidencial de Francia
Márquez ha generado tal síntoma y efecto. Su aspiración a la Casa de Nariño no
solo incomoda a los poderosos y reaccionarios que, ante un eventual gobierno
democrático y popular, sus intereses y privilegios podrían verse amenazados.
También incomoda a ciertos “alternativos” que hoy -muy “respetuosamente”- le
sugieren sentarse y “esperar su momento” (como si se tratase de la decisión y
voluntad individual de hombres blancos, “biempensantes” y de élite), que las condiciones
le son desfavorables y que no tiene “posibilidades reales” para la victoria.
Estos llamados a
la desesperanza los han hecho en nombre de la Real Politik, en la cual la voluntad general queda siempre maniatada
a una serie de condicionamientos extra-sociales (acuerdos desde arriba, corporativos, gremiales y de élite), dejando sin
agencia y sin representación al campo popular. Sin embargo, hay que recordarles
que la historia de nuestros pueblos se ha escrito a contrapelo. Por lo que esperar
unas “mejores condiciones” para la disputa política -como quien espera el
cumplimiento de una promesa divina- solo puede ocurrir en la mente de los conservadores.
Tampoco es cierto
que la estrategia política del progresismo tenga que ver con transformaciones
graduales, etapistas y que, sobre todo, no generen miedo a la burguesía. ¿Acaso
la burguesía nacional se detuvo a reflexionar si su reforma tributaria afectaba
los intereses de las clases trabajadoras? Por el contrario, la burguesía no
tuvo el menor reparo en sacar adelante dicha reforma y recargar la crisis
económica sobre lxs trabajadorxs, la clase media y los sectores populares. Las
clases dominante toman decisiones y aprueban medidas de ajuste anti-populares
sin medir la reacción o el miedo de los fragmentos subalternos.
Esta es,
precisamente, la virtud que tanto les molesta de Francia Márquez: la defensa de
un programa abiertamente popular y subalterno, afianzado en mandatos populares.
Por ejemplo, el anti-neoliberalismo de Francia, a diferencia del de Petro, es anticapitalista,
anticolonial y feminista, en favor de la democratización social y de la
movilización popular. Esta candidatura no teme a la politización de la Sociedad
Civil, por el contrario, ve en ella un factor decisivo en el largo proceso de
transformación política. Tampoco ve en la autodeterminación y movilización de
masas una amenaza a la futura gobernanza, pues, sabe bien que no hay democracia
sin la reconstrucción de un pueblo.
Es en ese sentido
que la política, en el discurso de
Francia Márquez, es la condición de posibilidad de los pueblos. Soy Porque Somos no es simplemente un
eslogan o etiqueta de campaña es, sobre todo, la perspectiva ideológica del
individuo como producto del ser social. A
diferencia del (neo) liberalismo, que sostiene la tesis del sujeto como fin
individual, Francia retoma, del Ubuntu, la idea del yo-colectivo: allí donde fracasa la Nación, fracasa el individuo y
donde fracasa el individuo, fracasa el proyecto de Nación. De modo tal que nos
une un destino colectivo y común bajo el proyecto político de Francia
Márquez.
De cierto modo, la
izquierda institucional, acomodada al Sistema de Partidos colombiano, se siente
arrinconada y desplazada ante el discurso nacional-popular de Márquez. Hasta el
momento, los territorios y las comunidades eran funcionales al sistema de
partidos en cuanto quedaran insertos en la telaraña electoral, ahora, Francia
Márquez abre un nuevo horizonte para las regiones. El proyecto de país y de
nación se construye desde los territorios, la periferia es también nación y potencia transformadora.
En fin, Francia
llegó para sacudir la política tradicional. Esta fuerza social transformadora
no sucumbirá a las ambigüedades del progresismo que no sabe hacia dónde mirar
cuando habla de desarrollo de fuerzas productivas, de un capitalismo “ideal”
sin monopolios y, al mismo tiempo, habla de la restauración de la dignidad y de
la moral de las clases trabajadoras. Es claro que, bajo el capitalismo, el
pueblo y las clases trabajadoras seguirán siendo rehén de la explotación y
dominación de las clases capitalistas.
Otro mundo es
posible por fuera del capitalismo. Y
hoy las fuerzas democráticas, revolucionarias y anticapitalistas debemos
construir las condiciones de posibilidad para el triunfo de Francia Márquez. La
victoria del campo nacional-popular depende, en parte, de nuestro compromiso
político y militante de izquierdas. El llamado es uno: ¡Hagamos crecer el campo popular!
#FranciaMárquezPresidenta.
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