Por: Santiago Pulido Ruiz y Daniel Felipe Barrera
El profesor Antonio García Nossa fue uno de los lectores más atentos de
la obra de José Carlos Mariátegui en Colombia. De allí extrajo importantes conclusiones respecto al problema de la dependencia, del indio y del
atraso de los países latinoamericanos. De ello da cuenta su persistente
preocupación por el régimen de tenencia de la tierra, la reforma agraria
y los procesos de democratización social y política en América Latina. A
pesar de ello, no es solo un autor dramáticamente desconocido en la academia, sino que es, también, un intelectual proscrito tanto por la derecha
como por la izquierda colombiana.
El autor colombiano tuvo serias diferencias con la izquierda oficial respecto al lugar que le asignaban a la nación en el proyecto revolucionario: Nossa se negó a exportar experiencias y categorías prefabricadas. Por tal
razón, decidió recuperar el método histórico y dialéctico mariateguiano.
Esto hace que la producción teórica de García Nossa se encuentra situada en contextos históricos determinados y que se caracterice por dos elementos centrales: i. pensar dentro de formaciones sociales compuestas por diversos regímenes de acumulación y por la sobreposición de diversas relaciones de explotación y de trabajo; ii. reconocer la sujeción y dependencia de los países metropolitanos sobre los periféricos**.
En ese sentido, las repúblicas señoriales, como solía llamarlas García
Nossa, se encontraban en una difícil situación para avanzar en un proyecto político-social transformador. Un proceso que, según analizaba
Nossa (1973), implicaba la construcción de un sistema de unidad nacional de vida***: tarea ineludible para la autodeterminación de los pueblos
latinoamericanos. Al igual que Mariátegui, para Antonio García, la estrategia revolucionaria exigía tanto de la liberación nacional como de la
liberación de clase: ambas son la consumación de un proyecto de mayorías sociales. No es extraño, entonces, que el autor colombiano diferencie entre los nacionalismos imperialistas y los defensivos. Los primeros
hacen referencia al deseo nacional de opresión y anexión por parte de
las grandes potencias. Mientras el nacionalismo defensivo es de carácter
revolucionario: promueve vínculos de solidaridad (tanto en su interior
como en su exterior pervive un espíritu de no-agresión).
Este nacionalismo popular constituye un mecanismo y un proyecto político y psicológico de la comunidad. En palabras del autor: “el carácter político del nacionalismo no puede determinarse a priori, antes de examinar
y calificar las corrientes sociales que se mueven dentro de él, su sentido,
sus formas, su espíritu” (García Antonio, 1953, p. 54). Acá hay un apunte
clave, pues, el bloque nacional-popular nunca está dado, tampoco es a
priori llamado a ser un sector emancipador: se configura, precisamente,
en la correlación de fuerzas presentes y constituidas históricamente, se conforman bajo la organización política propia de cada formación económico-social (diferencia sustancial con el marxismo soviético).
Así, la revolución nacional-popular, orientada a la conquista de la independencia nacional y la liberación social de las clases trabajadoras se diferencia de los esquemas políticos de la revolución democrático-burguesa, no son en ningún sentido equiparables. Por tal motivo, el socialismo
debe levantar las banderas del nacionalismo-revolucionario.
Precisamente, la conformación de un proyecto nacional-popular no se
presentaba en contradicción con las aspiraciones socialistas porque democracia y desarrollo son dos proyectos que van por la misma senda en
los países atrasados. La modernización, democratización y superación
de las estructuras de dependencia van por caminos similares, de ahí que
Nossa advierta que “el socialismo contemporáneo se ha caracterizado
como la más audaz y certera estratégica de desarrollo económico y social” (Antonio García, 1973, pág. 6).
Bibliografía:
- Nossa, G. Antonio. (1953). La rebelión de los
pueblos débiles. Bogotá D.C: Fondo Socialista de Publicaciones Tomas Uribe Márquez.
- Nossa, G. Antonio. (1973). El camino hacia
la democracia socialista. Nueva Sociedad.
3-14.
- Nossa, G. Antonio. (1973). Una vía Socialista
para Colombia. Bogotá D.C.: Cruz del Sur.
- Nossa, G. Antonio. (2006). La estructura del
atraso en América Latina. Bogotá D.C., Colombia: Convenio Andrés Bello.
Notas:
* Este artículo es parte del trabajo de grado de ambos autores en el pregrado de Ciencia Política
de la Universidad del Tolima.
** En su libro La estructura del atraso en América Latina (2006), el profesor Nossa argumenta por qué
contrapone el concepto de atraso al del subdesarrollo, pues, mientras el primero refiere a una
situación estructural, el segundo es percibido como una etapa de tránsito hacia el desarrollo y
modernización de los países de la región. Este atraso, según Nossa, va más allá de lo económico
y tiene fuertes repercusiones políticas, sociales y culturales.
*** Nossa en La rebelión de los pueblos débiles, 1953, pág. 105.
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