Por: Daniel Felipe Barrera
El actual gobierno de Petro-Francia, como dirÃa un analista polÃtico colombiano, es un gobierno de única oportunidad. Tiene ante sà retos tan enormes como detractores polÃticos capaces de desestabilizar e imponer serias restricciones al proyecto de democratización profunda al que se va a ver expuesto el régimen polÃtico. Por tanto, el éxito o el fracaso parcial de este gobierno va a determinar el grado aceptabilidad de la izquierda democrática en el mapa ideológico nacional.
En este texto nos encargamos de enumerar alguno de los retos más importantes y urgentes que tiene el primer gobierno progresista de Colombia de cara a construir proyecto de nación plebeyo y popular:
Petro ha señalado en varias entrevistas que el cambio está en las
reformas, por eso, su gobierno deberá adelantar las reformas estructurales que
ha prometido durante la campaña, es decir, los retos acá enunciados están
Ãntimamente vinculados con su capacidad polÃtica e institucional para llevar a
buen puerto sus ambiciosas reformas.
De ahà que entre de los principales retos sea la de adelantar un programa
de reformas anti-neoliberal. Los anuncios de una posible reforma laboral
acarrearán drásticos cambios para el régimen laboral en Colombia: la Ministra
del Trabajo, Gloria Inés RamÃrez, en diversas entrevistas ha señalado que la
reforma laboral devolverá la dignidad salarial: vuelven las horas extras, los
recargos nocturnos y dominicales, formalización del empleo, asà mismo, es
necesario revisar las cláusulas laborales del TLC. Todas estas medidas buscan
revertir las reformas neoliberales de precarización y tercerización laboral que
propinó el gobierno de Uribe como parte de su polÃtica anti-sindical.
Por paradójico que pueda sonar, el gobierno para consolidar una agenda
anti-neoliberal necesita profundizar las reformas democrático-burguesas, que
hasta ahora se encuentran en estado de maduración. En esa dirección apunta el
proyecto de ley que busca reconocer a campesinos como sujetos de
derechos de especial protección constitucional, lo anterior deberá ir
acompañado de una reforma agraria que desincentive el latifundio improductivo y
garantice el acceso a la tierra a los campesinos. Por esta razón, sugerimos que
Petro no se enfrenta contra un régimen semi-feudal (como él mismo sugiere[1]),
sino contra el neoliberalismo verdaderamente existente en Colombia. Un
neoliberalismo que, para usar la terminologÃa de Antonio GarcÃa Nossa, convive
y subsiste gracias republica señorial y hacendataria.
De esta manera, el gobierno progresista encuentra en la reforma
tributaria su Caballo de Troya, pues con ella busca recaudar cerca de 50
billones de pesos. Garantizar un montón de tal magnitud es clave para sostener
no sólo la viabilidad fiscal, sino también para cumplir con los objetivos de
los programas sociales que prometió en elecciones. En todo caso, el gobierno ha
declarado que, si bien se puede negociar el monto a recaudar, lo que no es
negociable es sobre qué capas sociales se va a recostar la tributación y hacÃa
que clases van a ir dirigidos los apoyos sociales para aliviar la grave crisis
de hambre que vive el paÃs (según el DANE, cerca de 20 millones de personas en
Colombia no reciben tres comidas al dÃa) y equilibrar la balanza de desigualdad
estructural.
Segundo, mucho se ha hablado de la polÃtica de seguridad del gobierno de
Gustavo Petro, en especial, por la tensa relación que puede llegar a tener el
presidente con las fuerzas armadas. Allà reside uno de los retos más complejos
del gobierno. Es un reto en un doble sentido: por un lado, debe frenar
cualquier intento de golpe de Estado de las fuerzas militares para con su
comandante en jefe, algo que se empieza a vislumbrar en las recientes
declaraciones del ex comandante del ejército, Eduardo Zapateiro.
Por otro lado, según las afirmaciones del Ministro de Defensa, es
necesario cambiar el paradigma de las fuerzas armadas. Se trata de una
metamorfosis de la noción de seguridad que ya no se funda sobre la autoridad
del uniformado que persigue y encarcela criminales, ahora, el nuevo paradigma
se edifica sobre el cuidado y la protección, esto es, eliminar la lógica del
enemigo interno para anteponer la vida: "Colombia potencia mundial de
la vida". No es extraño que el gobierno prometa cambiar los
indicadores de medidores para condecorar a los mandos militares.
En el fondo es la estrategia por recuperar la legitimidad institucional,
pues, precisamente, lo que mostró el Paro Nacional del 2021 es que no existÃa
un vacÃo estatal, sino que el Estado opera de forma diferencial. Este reto
conlleva una transición a una fuerza armada comprometida con la democracia, la
paz y los Derechos Humanos.
Avanzar en esa senda, según ha dicho el gobierno, implica entablar
diálogos con el ELN y las disidencias de las FARC. Además, implementar el
Acuerdo de Paz, buscar el sometimiento polÃtico con las bandas
narco-paramilitares y poner fin a la brutalidad policial (eliminación del
ESMAD). Otro elemento clave para comprender la relación entre Petro y las
fuerzas armadas, tiene que ver con los serios casos de corrupción vinculados
con el narcotráfico que enlodan a los altos mandos la institución. Por tanto,
no sólo se encuentran perspectivas de paÃs enfrentadas, sino también intereses
y prebendas particulares en pugna.
El tercero de los desafÃos al que se enfrenta el Gobierno popular de
Petro-Francia es su apuesta por la Paz Total. Se trata
de un compromiso polÃtico que excede por mucho una negociación con actores armados. Es, en
cambio, un acuerdo nacional que establece una triple relación entre:
democracia, paz y bienestar social, de allà se diferencie de una paz chiquita o
un simple cese al fuego, debido a que compromete una postura mucho más profunda
y estructural. Asume que no puede existir paz sin solucionar la crisis de
hambre que vive el paÃs, mucho menos que pueda surgir una verdadera democracia
mientras no se garantice la justicia social.
AsÃ, la Paz Total puede entenderse como un reto transversal, porque
combina las reformas anti-neoliberales con la polÃtica de seguridad progresista
y de justicia social. Es una reforma democrática que desborda la noción
politicista e institucional de la democracia. Desde esta perspectiva, no es
descabellado afirmar que la paz total asume cambios profundos al régimen
polÃtico. La democratización profunda y la paz total son elementos claves para
entender la apuesta de este gobierno en términos de sus alcances emancipadores.
El cuarto y último reto al que se ve abocado el gobierno progresista es el de la
Justicia Ambiental. Gustavo Petro es, sin lugar a dudas, el dirigente
progresista más comprometido y más sensible con la agenda ambiental en la región.
No obstante, las disputas que va enfrentar el gobierno son, además de
económicas, polÃticas: detener el asesinato de defensore/as ambientales y
encausar el futuro de Ecopetrol sobre energÃas renovables.
En materia ambiental
la dificultad más espinosa a la que se enfrenta el gobierno actual es el de
transitar de la polÃtica minero-energética extractivista dominante hacia formas
alternativas de producción de energÃas limpias, sustentado en un uso productivo
de la tierra y la soberanÃa alimentaria para descarbonizar el régimen de
producción. La tarea, en suma, no es otra que diversificar los núcleos
productivos del paÃs, apostando por una vocación agrÃcola.
Sin embrago, el gobierno tendrá que asumir las limitaciones propias del
progresismo latinoamericano, pues debe decidir entre seguir extrayendo recursos
minerales y, con ello, abandonar la agenda ambiental, pero asegurar el músculo
económico para financiar sus programas sociales o, por otro lado, inclinarse
por su vocación agrÃcola y perder una fuente importante de financiación.
Ante sÃ, el gobierno afronta el reto de cumplirle a la periferia, aquella
periferia territorial-geográfica pero también a la periferia urbana excluida y
marginada de la gran ciudad. De esa forma, el impulso institucional se mueve en
un péndulo entre: un reformismo continuado o un reformismo transgresor, el
viraje que pueda tomar el gobierno por iniciativa propia o al verse arrastrado
por los sectores movilizados determinará o la desestabilización parcial o la
modificación sustancial del régimen polÃtico.
Esto es asà porque los desafÃos a los que se enfrenta Petro y Francia se
encuentran Ãntimamente imbricados y constituyen pieza fundante del nuevo orden
social: 1) Crisis de hambre 2)
la lucha contra la deforestación 3) la paz 4) la transformación productiva del
paÃs la 5) lucha contra la pobreza 6) la seguridad alimentaria 7) la
sustitución de cultivos y la lucha contra el narcotráfico.
[1] “De manera franca, aquà les dirÃa
lo siguiente, nosotros vamos a desarrollar el capitalismo”. “No porque lo
adoremos, sino porque tenemos primero que superar la premodernidad en Colombia,
el feudalismo en Colombia, los nuevos esclavismos y la nueva esclavitud”.
Gustavo Petro en el Movistar Arena-Bogotá el 19 de junio al celebrar su
victoria electoral.
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