Comité Editorial Militancia y Sociedad
En múltiples oportunidades, esta
editorial ha señalado que el Paro Nacional y las manifestaciones de abril del
2021 impactaron, profundamente, en la correlación de fuerzas políticas e
institucionales a nivel nacional. Sin las manifestaciones de abril, sería poco
probable, por ejemplo, que la lista del Pacto
Histórico hubiese alcanzado la fuerza y caudal electoral que obtuvo. Es más,
un ejercicio de comparación entre los puntos de resistencia y de mayor
represión del Paro (Cali y Bogotá) y los puntos electorales donde el Pacto Histórico obtiene mayor número de
votos permite constatar que “el Paro le
votó a Petro y a su coalición”[1].
Es decir, hoy, la fórmula
presidencial del progresismo (Francia
Márquez y Gustavo Petro) deben,
en gran medida, a las marchas y movilizaciones su alto índice de favorabilidad
en las encuestas, su alta recepción en el campo popular y su despunte en el
voto de opinión. Con el Paro Nacional de abril, no solo se profundizó la crisis
del régimen de acumulación neoliberal, sino que se abrió la compuerta para que
naciera un nuevo proyecto político republicano, popular y desde de abajo. En sentido
estricto, el Paro y la ciudadanía movilizada le ganó a la derecha y al
establecimiento una importante batalla: la
disputa por el sentido político del mañana y por el sentido del cambio.
Ahora bien, aunque el Pacto Histórico, Gustavo Petro y Francia
Márquez hayan interpretado y representado de mejor manera las expectativas
de cambio y transformación del Paro por la vía electoral-institucional, es
importante señalar que esta representación es siempre relativa e incompleta: la
sociedad movilizada guarda un relativo margen de independencia y autonomía
frente a toda representación y estructura partidista e institucional, incluida,
entre ellas, la coalición del Pacto
Histórico y su eventual gobierno progresista.
Dicho de otro modo, hay un
proyecto político-popular aún más ambicioso y radical en el seno de la Sociedad
Civil. Este proyecto supera, de lejos, el programa de reformas del Pacto Histórico. Sin embargo, ambos
proyectos no entran en contradicción
y, mucho menos, resultan ser excluyentes. Por el contrario, se complementan con
el fin de conformar un proyecto político de izquierdas, popular, subalterno y
hegemónico a largo plazo. Si se quiere: en el subsuelo político, es decir, en
el plano de la sociedad civil organizada, se fragua, a largo plazo, un nuevo horizonte
de la política y del Estado que, a su vez, confluye con el proyecto de reformas,
a corto y mediano plazo, del progresismo. Claro está: esta confluencia está
sujeta a cambios y a tensiones siempre existentes en la correlación de fuerzas
políticas, sociales e institucionales.
Precisamente, este 29 de mayo, primera vuelta
presidencial, se juega el inicio de esta apuesta. Sin agotar la estrategia de
transformación en las urnas, el campo popular se juega el comienzo de una
importante oportunidad de cambios y reformas nacionales. Con la consigna “atrévete
a votar” se hace un llamado, desde esta editorial, tanto a los sectores
populares como a la izquierda socialista de votar y apoyar en campaña al Pacto Histórico. Con esto, se podrá
consolidar una nueva situación política nacional y una nueva configuración en
la correlación de fuerzas, desde luego, favorable a la izquierda y a los
proyectos revolucionarios y emancipatorios. También se podrá avanzar en la
reorganización de la izquierda revolucionaria y en la construcción de un
proyecto nacional-popular hegemónico.
Somos conscientes de los enormes
límites no solo del programa del Pacto
Histórico sino de las condiciones políticas y culturales para avanzar en un
programa de reformas sociales. No obstante, debemos reconocer que el Pacto Histórico representa hoy el
sector institucional de mayor avanzada. Sus propuestas no son para nada
menores: reforma al sistema de pensiones; reforma laboral; erradicación del
hambre; subsidios para mujeres cabezas de hogar; detenimiento a los proyectos
de exploración petrolera – Fracking; desarrollo del aparato productivo
nacional; fortalecimiento de la industria local; reforma a la ley 30 de
educación; reforma al sistema de seguridad social y eliminación de la mediación
en la atención de salud por parte de las EPS, etc.
Hacer abstracción de estos
posibles avances en asistencia social y en la política económica nacional es
hacer abstracción, en gran medida, de las necesidades materiales urgentes e
inmediatas de los sectores populares. A nuestro juicio, la izquierda debe
abanderar, proteger y respaldar este programa de reformas anti-neoliberales (sin
limitarse o reducirse a ellas). Esta coyuntura exige no tanto “aclarar” cuál es
la “verdadera” alternativa o la estrategia siempre deseable desde la izquierda,
creemos, por otra parte, que el problema fundamental de cualquier proceso de
transformación nacional tiene que ver, hoy, con qué problemas se deben resolver
en el plazo inmediato y de qué manera hacerlo.
En ese contexto, un gobierno de Francia Márquez y Gustavo Petro resulta ser estratégico: representaría un relativo
progreso social en materia de reformas, al tiempo que permite avanzar en la
apertura democrática del régimen político (que, desde luego, ampliaría el
horizonte de acción del campo popular y de las clases trabajadoras). Simultáneamente,
permitiría demostrar que esas reformas son el resultado no de una voluntad
institucional o de una revolución gradual y pasiva en el Estado, sino de la
misma dialéctica de las luchas sociales y, más concretamente, de la lucha entre
clases sociales. Es decir, de ganar el Pacto
Histórico -en primera o segunda vuelta- y avanzar en dichas reformas
sociales, permitiría a la izquierda demostrar avances concretos para el campo
popular, dejando siempre claro que no hay conquistas sociales y populares que
no estén atravesadas por la lucha social y la acción política colectiva.
André Gorz, pensador y teórico
austrofrancés, proporcionó importantes reflexiones al respecto: para Gorz, la
izquierda revolucionaria y los movimientos populares podrían aprovechar las
reformas progresistas para acumular fuerzas en una lucha más general, que
eventualmente podría convertirse en lucha revolucionaria. Sostenía que hay un
cierto tipo de reforma capaz de actuar como heraldo de grandes transformaciones.
La izquierda, en palabras de Gorz, no debe asumir las reformas dentro del marco
de posibilidades de un sistema o un gobierno en particular, sino en función de
las necesidades y demandas sociales históricas e inmediatas de la gente y de
las masas populares. Esta es la ya conocida propuesta de reforma no reformista.
Con todo, se debe reconocer que la cooptación de los movimientos y la sociedad civil organizada es real e inevitable, sin embargo, continuando con la idea de Gorz, «se debe correr el riesgo, pues, no hay otra opción». En la política concreta de los movimientos sociales, del Estado y de su compleja y tensionante relación, el camino está lleno de trampas, pero solo la victoria conducirá a nuevas batallas y al fortalecimiento organizativo y estratégico de las clases populares y trabajadoras. “Esto crea una orientación hacia la acción que nos fuerza a equilibrar nuestras perspectivas revolucionarias con una evaluación concienzuda de las condiciones concretas”[2].
El llamado no podría ser otro: el 29 de mayo acompañemos con nuestro voto
la candidatura de Francia Márquez y Gustavo Petro a la presidencia de Colombia.
El inicio de las transformaciones democráticas depende de la derrota que le
propinemos en las urnas al continuismo de Federico Gutiérrez y a las demás
candidaturas que vacilan entre gestionar lo establecido y desmarcarse del fango
del uribismo y de las fuerzas tradicionales. El resto del camino, está por
definirse, está en abierta disputa.
¡Voto por Gustavo Petro y Francia Márquez el 29 de mayo,
apoyo a la reforma nacional y reorganización de la izquierda y el campo
popular!
[1] Para observar
la comparación entre puntos de resistencia (Bogotá, Cali) y los votos que
obtuvo el Pacto Histórico en dichas
zonas, ver: https://www.lasillavacia.com/historias/silla-nacional/el-paro-le-voto-a-petro/
[2] Para ampliar
sobre las “reformas no reformistas” de André Gorz, ver: https://jacobinlat.com/2021/07/25/las-reformas-no-reformistas-de-andre-gorz/
Publicar un comentario