Juan Diego Angarita.
Ha pasado más de un
año desde que el 31 de diciembre de 2019, la Organización Mundial de la Salud
recibió “reportes de presencia de neumonía, de origen desconocido”, en Wuhan,
China, en lo que se trató del primer brote del COVID -19. Tras su expansión a nivel global, la
enfermedad fue declarada el 11 de marzo de 2020 por la OMS como una pandemia,
la cual hasta la fecha de publicación de este escrito ha cobrado la vida de
43.256 personas en Colombia y más de dos millones a nivel global; con alrededor
de 1.890.000 contagiados en el país y 94.800.000 en el mundo.
En medio de este
panorama, el Gobierno y los entes territoriales intentan su reactivación
económica con diferentes fórmulas, en medio de un panorama en el que retomar
los niveles de actividad y de empleos que se tenían antes del virus, podría tardar
entre 5 y 10 años, según cálculos del profesor Camilo Díaz, de la Facultad de
Ciencias Económicas de la Universidad Nacional. Cabe resaltar que nuestro PIB
llegó a una histórica caída del 15,7% en agosto de 2020.
A pesar de la
aparición de las vacunas, la OMS descartó en días pasados que este año se
alcance la ‘inmunidad colectiva’, al tiempo que advierte que debemos estar preparados
para una intensificación del coronavirus y que ésta no sería la única pandemia
que podría venir.
Así las cosas, cabe
aclarar que al utilizar el término ‘post-pandemia’ o ‘post-COVID’, no nos
referimos específicamente al momento en el que la humanidad se encuentre a
salvo del virus, sino a los cambios que surgieron y seguirán originándose desde
la llegada de la enfermedad,
Frente a este
panorama, desde el campo de las ciencias sociales cabe preguntarnos: ¿Qué clase
de sociedad se configurará en un escenario post COVID -19? ¿Estamos preparados
para continuar afrontando ésta y otras posibles pandemias? ¿Qué apuestas de
transformación social a mediano plazo debemos plantear?
Numerosos expertos a
nivel nacional e internacional se han referido a algunos de estos
planteamientos sobre la sociedad que nos espera. El historiador y
docente peruano Marcos Cueto teme que al finalizar la epidemia aparezcan como
respuesta formas autoritarias estatales, recordando la epidemia de cólera en el
Perú en 1991 que trajo consigo a Alberto Fujimori. Por su parte, la uruguaya
Karina Batthyány, Secretaria Ejecutiva del Consejo Latinoamericano de Ciencias
Sociales (CLACSO) considera que es momento de buscar soluciones regionales y
colectivas en Latinoamérica.
El contexto que se
avecina parece vislumbrar un mundo con cada vez menos relaciones
interpersonales. Lo anterior, no solamente obedece al COVID, sino a la
aceleración de lo que se ha conocido como la Cuarta Revolución Industrial, de
la cual se habla desde 2016, término acuñado por Klaus Schwab, fundador del
Foro Económico Mundial.
El “mundo 4.0”
contiene más dispositivos digitales, sensores, robots, sistemas interactivos,
capacidad de transmisión de datos y, por lo tanto, una mayor producción y uso
de la información en la cotidianidad. Gracias a nuevas tecnologías como la
inteligencia artificial, realidad aumentada, Blockchain, Big data y analítica de
datos, machine learning y la robótica,
en 2022 cerca de 75 millones de puestos de trabajo habrán desaparecido, según
el Foro Económico Mundial (FEM). Las grandes urbes tienden a convertirse en
‘ciudades inteligentes’, cada vez más automatizadas.
Según Osborne y Frey, empleos relacionados
con la recolección de datos, reparadores de relojes, telemercadotecnia;
árbitros deportivos, analistas de crédito, cajeros; técnicos de laboratorios
dentales, facturación / registro, servicio postal, vendedores a distancia,
costureros, agentes de transporte / carga, operadores de maquinaria de
procesamiento / revelado fotográfico, industria manufacturera y automotriz
están cada vez más cerca de desaparecer.
En contraposición, algunos de los trabajos de
la industria 4.0 son: programadores digitales, nano-médicos, médicos
modificadores genéticos, médicos diseñadores de órganos, cirujanos para el
aumento de la memoria, guías turísticos del espacio, pilotos del espacio,
diseñadores de moda con impresora 3d, desorganizadores organizacionales,
detectives digitales, diseñadores de experiencias virtuales, guardianes de
privacidad digital, deportistas electrónicos, profesores de carreras
profesionales en video juegos, gastrónomo con impresoras 3d, entre otros.
Mientras tanto, según
el FEM, algunas de las habilidades requeridas para el mundo 4.0 son: la
resolución de problemas, el pensamiento crítico, creatividad sin límite,
gestión de personal y cercanía con las personas, trabajo en equipos
presenciales y no presenciales, inteligencia emocional, juicio y toma de
decisiones, orientación al servicio, negociación y flexibilidad cognitiva.
Podemos afirmar, basados en el panorama actual, que el mundo 4.0 estará cada vez más en manos de las corporaciones y menos en manos de los Estados-Nación, estas últimas también beneficiadas económicamente con la pandemia mediante ganancias provenientes de las vacunas. Al igual que en las tres revoluciones industriales anteriores; surgirá un “darwinismo social” en el que sobrevivirán quienes logren adaptarse al contexto laboral y a las condiciones de salud, con una posible reducción de la población global.
Algunos de los mencionados cambios que se han
dado en el capitalismo del siglo XXI vienen siendo estudiados por economistas
como Miren Etxezarreta, que caracterizan la desalarización del trabajo bajo lo
que se ha denominado “capitalismo de plataforma”; a su vez el sociólogo
Boaventura de Sousa Santos ha denominado al emprendimiento como “el glamour de
la precariedad”.
De lo anterior surgen nuevos retos de
organización para la ciudadanía, debido a la reconfiguración de sus entornos
laborales, académicos y de vida, así como de la movilización social.
Ante este contexto, han emergido nuevas
reivindicaciones, tanto reformistas como radicales. Una de ellas es la búsqueda
por el acceso a Internet como derecho humano, actualmente el 46.4% de la
población mundial no cuenta con este servicio, según datos de la Unión
Internacional de Telecomunicaciones.
Asimismo se ha retomado el debate sobre una
Renta Básica Universal (RBU) o Ingreso Mínimo Vital (IMV); entendido como un
ingreso garantizado por el Estado en tanto derecho de las y los ciudadanos para
poder acceder a una canasta de bienes mínima que les permita subsistir
(Carrero, 2020).
De otro lado, han surgido corrientes de
pensamiento, como el aceleracionismo, autores como Alex Williams y Nick Srnicek
han propuesto desde 2013 una
economía pos-capitalista en la que “la tecnología nos libere del trabajo y
amplíe nuestras libertades”; en el escenario actual dicha teoría y otras han
retomado su fuerza como alternativas al sistema global actual.
Concluyo
entonces que son múltiples los desafíos que trae consigo el nuevo panorama
global; el llamado es quienes se interesan por las ciencias humanas a
profundizar en ello, ampliando el debate desde la teoría y filosofía política
sobre conceptos como la cuarta revolución industrial, el papel de las
corporaciones, el capitalismo de plataforma, la modernidad post-capitalista,
entre otros.
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