Daniel Alberto Sicerone
CONICET – Instituto de Filosofía Dr.
Alejandro Korn.
El
filósofo esloveno Slavoj Žižek en su última publicación The sex and the failed absoluted[i] introdujo
una tesis que de por sí genera cierta incertidumbre sobre su estructura
argumental y la correlación de temáticas. Esta tesis refiere al hecho de
reflejar un paralelismo entre el absoluto hegeliano y la sexualidad. Para
aquellos que se acercan a la filosofía del pensador esloveno resulta ser una
tesis no sólo provocativa, sino arriesgada en tanto Hegel no había pensado
concretamente en hablar de la sexualidad cuando diseñó uno de los conceptos más
importantes de la filosofía. La provocación y los conceptos arriesgados de por
sí no son un elemento extraño en la filosofía žižekiana, en tanto su proyecto
ha sido el de rescatar a Hegel por medio del psicoanálisis lacaniano.
Para
la filosofía contemporánea, el hablar de sexualidad desde una temática filosófica
evoca la figura del filósofo francés Michel Foucault, quien a partir del giro
subjetivista a mediados de la década del setenta del siglo pasado trabajó sobre
la hipótesis productiva del poder. En ella, la sexualidad asumiría un rol
central, desapegándose de las concepciones psicoanalíticas que por ese entonces
habían primado en la discusión filosófica, ya sea bajo una vertiente
freudomarxista con Marcuse[ii]
a la cabeza o en clave micropolítica, de acuerdo al trabajo en conjunto de
Deleuze y Guattari.[iii] En
ambos trabajos todavía estaba presente la lógica de la libido como lugar de
politización, mientras que la hipótesis
sobre la sexualidad de Foucault trabajaba con una postura historicista que
no abandonaba completamente sus estudios epistémicos/arqueológicos, donde el
sentido no es el producto del pliegue, sino más bien de una serie de fenómenos
discursivos que evocan una determinada configuración del saber (episteme).
El
primer tomo de Historia de la sexualidad[iv]
puede inscribirse en lo que Žižek denominará como historicismo posmoderno,[v]
es decir, el hecho de hacer coincidir la subjetividad con los modos de
subjetivación. Este enfoque sobre la sexualidad es el que ha primada por su
plasticidad histórica, ya que basta con dar cuenta de determinados dispositivos
poder, discursos, prácticas, etc., inscritos en un contexto histórico para
luego reconocer que son ellos quienes producen sobre el cuerpo, individual o
colectivo, múltiples marcas y configuraciones que vendrían a significar aquello
que llamamos sexualidad. Este tipo de constructivismo predomina en los estudios
filosóficos operando como un proceso de desontologización de la sexualidad,
porque ella sería un mero efecto de prácticas y discursos que más que descubrir
la sexualidad, lo que estarían haciendo es produciéndola.
Si
seguimos los trazos filosóficos del pensador esloveno acerca de esta temática,
podemos ver su constante referencia al idealismo alemán, ya sea desde el
estudio de la imaginación trascendental que ocupara su ontología política de El espinoso sujeto, así como también su
referencia a la noche del mundo
hegeliana como formas de dar cuenta de cómo la dimensión de lo Real atraviesa lo
simbólico agujereándolo. Claramente puede apreciarse la perspectiva lacaniana
en sus estudios sobre el pensamiento alemán, especialmente cuando recurre a los
tres registros sobre los que hablara Lacan en su clínica del goce. Estos son lo
Real, lo Imaginario y lo Simbólico, los cuales son explicados por Žižek a
partir de la figura del ajedrez. Lo Simbólico viene a ser representado por las
normas del juego, lo Imaginario por las piezas, y lo Real vendría a significar
la propia contingencia del juego, es decir, aquello que no puede ser
representado (simbolizado). Por lo tanto, lo Real viene a significar la propia
falla de lo simbólico, y no un más allá (nouménico).
¿Cómo
puede Žižek articular la tesis de que la sexualidad es un absoluto fallido con
estos tres registros? Desde la década de los ochenta, bajo el régimen comunista
en Yugoslavia, se conformó un grupo de investigación que hacía vida en la Universidad de Liubliana y que llevaba
como nombre Sociedad para el
psicoanálisis teórico. Los participantes, entre los que se destacaban Dolar
y Zupančič, reconocían que habían utilizado la categoría de psicoanálisis teórico para poder aproximarse a la disciplina
fundada por Freud, sin tener ningún tipo de problemas con las escuelas clínicas
que gestionan la práctica psicoanalítica. Uno de los elementos centrales de tal
grupo era su estudio sistemático del idealismo alemán y que posteriormente se
reflejó en una serie de escritos donde se intentó fundar una articulación
novedosa entre la perspectiva psicoanalítica y el idealismo alemán. En ese
recorrido se fue diseñando el camino que luego iría recorriendo Žižek en
función de establecer una teoría del sujeto que haga centro en la dimensión
ontológica, frente a las lecturas posmodernas del sujeto, especialmente
foucaultianas, que veían en el sujeto un efecto, un producto de los múltiples
dispositivos de poder.
Esta
teoría del sujeto deseaba romper la circularidad foucaultiana del poder y las
resistencias, en tanto estas últimas responderían directamente a las relaciones
de poder que funcionarían como su condición de posibilidad. Por ello, el
filósofo esloveno intenta fundar una teoría del sujeto que dialogue entre el
sujeto en falla, dividido, propio del psicoanálisis, con el idealismo alemán.
¿Por qué ir al sujeto del idealismo alemán para fundar su teoría y qué relación
tiene con la noción de sexualidad? Lejos de una especie de pastiche posmoderno
que busca la innovación por la innovación, el fin de Žižek pasa por reconocer
que el sujeto no puede quedar preso de una posición historicista porque:
El historicismo niega cualquier
dimensión ontológica que pueda
explicar el fenómeno de la dominación, por lo cual siempre desemboca en la
premisa foucaultiana de que ninguna resistencia está en posición de
exterioridad frente al poder contra el que lucha. Pero al hacer esto, el
historicismo descarta la posibilidad misma de la lucha política, pues ella
demanda necesariamente el recurs a una instancia ontológica que permita la
universalidad, La obra entera de Žižek buscará mostrar que las exclusiones de
género, raza, clase y orientación sexual existen sólo porque hay un “vacío
fundamental” que no se reduce a ninguna de ellas y que es la condición de
posibilidad de todas. Un núcleo
traumático que opera como a priori de
todas las relaciones sociales de poder. El problema del historicismo posmoderno
es su ignorancia de una serie de supuestos ontológicos que nuestro filósofo
pondrá sobre la mesa con su interpretación lacaniana del idealismo alemán.
Supuestos que demandan recurrir a la figura del sujeto trascendental[vi]
La
clave pasa pensar esta relación entre el sujeto del idealismo alemán y la
sexualidad pasa por comprender la que la teoría del sujeto dividido del
inconsciente freudiano permite pensar el antagonismo
fuera de un marco esencialista o determinista. Žižek aborda el antagonismo
desde las implicancias lacanianas sobre la verdad, es decir, el hecho de que
toda verdad absoluta necesita de la ilusión, en tanto ella es constitutiva del
ser y no esconde nada detrás de sí (nouménico). Por ello, la lectura de Žižek
sobre el absoluto hegeliano pasa por el reconocimiento de que “Hegel muestra
que la “reconciliación” a la que apunta la dialéctica consiste en aceptar la
imposibilidad de superar el antagonismo.
A diferencia de la tradición humanística e ilustrada, para Hegel el sujeto no
es la luz, sino la “noche del mundo”.[vii]
Si
el antagonismo es lo insuperable y la negación de la negación no da cuenta de esa superación, no hay una
identidad que recuperar, y por tanto coincidimos con Castro-Gómez cerca de que
Hegel es un pensador de la negatividad
absoluta. La negatividad no es óntica, sino ontológica, insuperable y
determinante. Ya Žižek lo había trabajado en la noción de Abgrund[viii]
de Schelling, donde este abismo es fundamento de la libertad, modificando
claramente la ontología de la negatividad cristiana que colocaba al absoluto en
lo trascendental, para dar un giro inmnentista y reconocer la inmanencia del
absoluto. La negatividad es de carácter ontológica, y por ende, es ella la que
hace posible el movimiento de lo real. En este sentido, la sexualidad freudiana
es pensada a la par de la negatividad del absoluto, en tanto “Freud no descubrió la sexualidad, sino que descubrió su
problema, su núcleo negativo, y el rol de este núcleo en la proliferación de lo
sexual”.[ix] La
sexualidad es fallida, en cuanto su carácter paradójico acontece al aparecer
como un impasse, y por lo tanto, cualquier intento de simbolizarla lleva
a un fracaso
Pensar
el antagonismo de la sexualidad implica distanciarse de las teorías de género
en clave queer, donde en esta última
teoría el sexo es inscrito como un significante más, dentro de una lógica de
interseccionalidad horizontal. Esto conforma una especie de cadena de
significantes sin corte, donde el antagonismo representa esa noción de corte
que organiza la contingencia. La inscripción de la sexualidad en lo Real para
Butler significaría determinar la diferencia sexual como una categoría
transhistórica, mientras que la posición de Žižek y la Escuela de Liubliana lo Real “es el nombre de un callejón sin
salida, de un trauma de una incógnita, de algo que resiste cualquier intento de
simbolización”.[x] La Teoría Queer en sus tesis de
interseccionalidad constituye al sujeto como un efecto de los dispositivos de
poder, es decir, el sujeto se encuentra por debajo de la ley, es decir, es un
efecto del carácter performativo del discurso y de las prácticas de poder. Para
Copjec la interseccionalidad planteada desde esta perspectiva constituye una
cadena de significantes sin ningún tipo de cierre, por lo tanto, va a pensar al
sujeto en la superficie de la ley o del discurso, lo que implica es que el
sujeto no sea la ley “no porque trasciende el significante, sino que lo habita como límite”[xi].
En
este sentido, la teoría del sujeto que propone la Escuela de Liubliana parte de la comprensión de que toda
subjetividad tiene un carácter radicalmente negativo, instituyéndose un
paralelismo entre el sujeto en falla, escindido, castrado, etc., del
psicoanálisis freudiano con la filosofía del sujeto propuesta por el idealismo
alemán y la teoría del sujeto cartesiano que será comprendida como un sujeto
dividido, incapaz de ser historizado en su totalidad. La negatividad de la
sexualidad es paralela al absoluto fallido en tanto ambas están sostenidas
sobre un antagonismo que rechaza toda reconciliación. De esta forma, tanto la
diferencia sexual como la diferencia de clase resultan ser diferencias
estructurantes del resto de las diferencias, recuperando la dimensión
ontológica de nuestra subjetividad frente a los constructivismos contemporáneos
que hacen del sujeto un efecto de determinados dispositivos de poder.
[ii] Herbert, Marcuse. Eros y civilización. Madrid, Sarpre, 1983.
[iii] Gilles Deleuze y Felix Guattari. El Anti-Edipo. Barcelona, Paidós,
2004.
[iv] Michel Foucault. Historia de la sexualidad. La voluntad de saber.
Buenos Aires, Editorial Siglo Veintiuno, 2014.
[v] Slvaoj Žižek. El espinoso sujeto. Buenos Aires, Paidós, 2001
[vi] Santiago Castro-Gómez. Revoluciones sin sujeto. México, Akal, 2015,
p. 22.
[vii] Ibid. P. 44.
[viii] Slvaoj Žižek. El resto indivisible. Buenos Aires, Godot, 2016.
[ix] Alenka Zupančič. Una eentrevista con Alenka Zupančič: ¿filosofía o
psicoanálisis? ¡Sí, por favor! En Revista Demarcaciones, N° 8, Abril 2020, p.
113.
[x] Slvaoj Žižek. Judith Butler y Ernesto Laclau Contingencia,
Hegemonia, Universalidad. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2004, p.
119.
[xi] Joan Copjec. El sexo y la eutanasia de la razón. Buenos Aires,
Paidós, 2006, p. 30.
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