La crisis de la democracia
liberal-burguesa occidental cada vez es más evidente en nuestras sociedades
latinoamericanas, vislumbra que la forma liberal de entender la democracia en
América Latina está agotada. La desigualdad, la falta de legitimidad, la no
representatividad y, la no autodeterminación de los pueblos, son algunos de los
problemas de este tipo de democracias. Estas se presentan como absolutas e
indispensables para el correcto funcionamiento del sistema político, pero en
realidad son más ineficaces de lo que parece. El Estado nación presupone el
monopolio de la vida política, lejos de esta visión lo que encontramos en
América latina es distinto, Tapia (2008) lo enuncia en su texto política
salvaje así:
“Se han organizado varias formas de
monopolio de la política, que han existido rodeadas de otros espacios y formas
de vida política, unas de raíz comunal y otro producto de la configuración de
lo nacional-popular, que es un conjunto histórico de formas de constitución,
articulación y fusión de sujetos políticos en procesos de construcción de una
cosa pública común frente a las exclusiones y desarticulaciones del estado y
sus gobiernos oligárquicos” (pág. 9) .
Por otros caminos, pero bajo una lógica
similar Cheresky (2015) dirá; “El sistema representativo, es
decir, el poder ejecutivo, el congreso y los partidos políticos, junto con la
magistratura judicial, han constituido un sistema de vocación a contener la
vida política. La asociatividad y la espontaneidad social” (pág. 154) .
Romper con el monopolio de la vida
política habilita una forma distinta para considerar una construcción estatal
alterna, se parte de la imposibilidad del Estado colombiano por arropar la
complejidad social y política, pero a su vez, esa imposibilidad es su condición
de posibilidad,
porque permite pensar la articulación de una nación[2] en términos zavaletianos, positiva,
por ello, los intersticios estatales[3]
son espacios vitales, aunque directamente no buscan romper con el
monopolio de la vida política lo consiguen a tramos, y así dar cabida a relatos
subalternos de nación, dando espacio para reflexionar en torno a una vida
política plural, democratizadora, siendo el objetivo de esta ponencia, pensar
las formas de la política fuera de los lugares institucionales, más allá y más
acá del Estado, pero atravesando el Estado en el marco del conflicto
colombiano.
En el conflicto colombiano, se han ido
fraguando perspectivas que leen la usencia de Estado o vacío estatal como un
desgobierno o un gobierno del caos, nada más lejos de la realidad, Kalyvas (2006) comenta que las guerras civiles lejos
de ser una anarquía presentan orden, un orden distinto y en muchas ocasiones
hibridado por los actores participes del conflicto, Arjona (2016) expone la capacidad de maniobra de la
sociedad civil, pues juega un papel fundante en el orden social[4], en otro términos, cómo la población
civil, según sus instituciones preexistente permite consolidar una rebelocracia[5] o minocracia[6], han solidificado o fragmentado el
orden social una veces más autoritario y otras veces más democrático que da
un punta pie importante para re pensar
el orden social dentro de las democracias liberal-institucionales.
Así pues, surge la gran inquietud, cómo
y de qué forma estas relaciones de sociabilidad e institucionalidad crean lo
que Zavaleta (2009) menciona como, formaciones sociales
abigarradas[7] que florecen en espacios dónde el
Estado no llega: porque no quiere, porque no puede o lo hace por intermediarios
como una forma de solucionar las demandas, con la creación de unas nuevas
instituciones o dejan autonomía a las instituciones locales preexistentes,
siguiendo a Luis Tapia, pensamos en los intersticios estatales, que permitan
pensar la política democratizadora rebabadora de la institucionalidad formal.
Dentro de las relaciones e
instituciones tradicionales que contiene el Estado nación, los partidos tiene
un lugar central en el sistema político, para Dussel (2012) , “los
partidos políticos son mediaciones institucionales articulados a la
representación la participación se origina en el buen juicio del sentido común
ciudadano y no se identifica con los partidos (es anterior a ellos y mucho más
que ellos)” (pág.
19) , son los conductos establecidos por el
Estado nación para canalizar el dialogo y las demandas que requiera la sociedad
civil, pero en el marco de acción trasformadora limitan la participación de la
ciudadanía, pues, implica jugar bajo unos condicionamientos que no permiten
modificar del todo el orden existente. Los partidos, son instituciones
articuladoras en entre el pueblo y sus mandatarios, pero no son las únicas y de
acuerdo a la realidad colombiana, no son las más eficientes para garantizar un
orden social democrático del que subyazca la autodeterminación.
Es en el sur del Tolima, el
corregimiento de Herrera perteneciente al municipio de Rioblanco, departamento
del Tolima (Colombia), localizado al suroeste. Es un corregimiento donde la
cabecera municipal y su alcaldía tuvo poca participación e injerencia en el
desarrollo político y económico de la región, marcado por el conflicto, el
abandono estatal y una zona geográfica de difícil acceso, la fuerza pública se
acentuaba de forma discontinua y donde la guerrilla de las Farc fue por mucho
tiempo gobierno de facto, los partidos políticos y las instituciones gubernamentales
tenían poca legitimidad y gobernanza. Gracias a los actores armados en
ocupación la JAC tomo una relevancia estructurante del orden social, si bien la
JAC aparece como una manera de detener la organización política de grupos
insurgentes, creadas mediante la ley 19 de 1958, se convirtieron en la
institución reguladora de la vida social, política y económica del
corregimiento de Herrera, según los relatos de sus habitantes:
“las JAC ejercían un máximo de
autoridad en la comunidad, por ejemplo iban a ponerle una queja a la guerrilla
no la mandaba nosotros, le ponían una queja a la inspección y no la mandaban a
nosotros, con una comisión de paz y convivencia solucionábamos los problemas,
tanto de linderos, así de intolerancia, de tierra de faldas, cuando un patrón
no le quería pagara un trabajador, nosotros solucionábamos los problemas”
(Entrevistas 24)[8]
En la JAC se decía todo, quién entraba,
quién salía, los problemas de orden social (problemas personales, líos de
faldas etc.), el mercado, la frontera agrícola, lo anterior,
conlleva un margen de sociabilidad distinto, por un lado, existe un espacio de
cierta autonomía bajo el autoritarismo armado fariano que les permitía regirse
bajo sus propias dinámicas y por su posición asilada unas relaciones de
sociabilidad distintas y paralelas al del Estado contemporáneo.
La discusión sobre gobernanza del
territorio es al mismo tiempo la pregunta por las instituciones, en este caso,
las instituciones hibridas que nos permitan replantear las bases
gubernamentales de la democracia liberal representativa. Cheresky (2015) hace las siguientes disquisiciones:
“se trata de un ámbito no institucionalizado, y su condición informal tiene por
vocación fomentar la deliberación e influir en las instancias representativas,
pero no presentar alternativas en términos de poder a las instancias legales.” (pág.
122) . Dispuesto adentrase en el nuevo
rostro de la democracia el autor argentino, le apuesta a una nueva forma de
democracia, caracterizada de la siguiente manera:
“La democracia continua con lleva una
retracción del sistema representativo electoral y, como contrapartida, la
expansión de la ciudadanía de la autonomía ciudadana, la dispersión del poder
derivada de la cesión ilimitada de soberanía a los gobernantes y la emergencia
de nuevos líderes y actores políticos sustentados en vínculos de popularización
inestable.” (Cheresky,
2015, pág. 122)
Lo que nos interesa estudiar son los
cimientos de la democracia contemporánea, su representatividad y su
legitimidad, por tanto, lo particular de las JAC de Herrera, es como un órgano
no institucional adquiere legitimidad institucional para la gobernanza, los
mecanismos tradicionales como el voto, ya no son la fuente de representatividad
ni de legitimidad, ahora son las organizaciones preexistentes que devienen en
sujetos colectivos, donde emergen nuevas personalidades políticas como el
presidente de la Junta de Acción Comunal y sus miembros, donde el poder ya no
se encuentra en las relaciones con la Alcaldía Municipal y donde parece existir
una soberanía dual o en términos de René Zavaleta un Estado aparente[9], detención formal de instituciones
estales que permiten formas de organización regidas bajo instituciones civiles
o comunitarias.
Esas instituciones sui generis que
subyace en unas discusiones más participativas sobre lo común y en términos
coloquiales lo que atañe a todos, a diferencia de lo que sucede en las
instituciones anquilosadas en el plano libera, la acción comunitaria como se
verá más adelante y la discusión por lo público son más constantes, haciendo la
salvedad que su participación define el devenir de su vida en términos de
subsistencia o existencia material y muchas veces se presenta por coacción del
actor armado.
Sumado a ello, en estos ordenes
sociales disidentes, la democracia es además de una forma de entender el
relacionamiento Estado-sociedad civil, forma primordial[10], es la existencia en su seno
organizativo de matices democráticos-asambleístas que en las democracias
liberales no existen, en otras palabras, considerar la posibilidad de la
autogestión comunitaria para construir la iglesia o el aeropuerto se da de
forma democrática como pasa en Herrera. Tocqueville (2007) menciona la democracia como una caja
de herramientas para solucionar problemas, pero no como una forma de vivir
democráticamente (espíritu democrático), pero la democracia representativa
liberal-occidental no han logrado forjar esta idea, para ellos, la democracia
es legitimación pero no formas de relacionamiento.
El racionamiento de los defensores de
la democracia liberal y representativa por sus valores cualitativos parece
coherente, solo se representa lo ausente por eso si se representa al pueblo, el
pueblo es el gran excluido, como una especie de epifanía maldita, la democracia
se ha convertido en el vaciamiento de la potencia spinoziana y cada vez más se
somete a la tiranía de las mayorías y en un profundo decaimiento en la política
sin política.
Dussel (2012) , lejos de crear una dicotomía entre
democracia representativa y directa invoca en una superación de ambas, anidado
a la idea de superar los límites cuantitativos de la democracia directa. Para
el pensador y teólogo argentino, son momentos constitutivos del régimen
democrático, por un lado, la democracia participativa hace posible y factible
la acción colectiva y las posibilidades de la sobrevivencia, por otro lado, la
representativa legitima las acciones.
En sociedades con vacío estatal, se
origina una ruptura parcial del doble monopolio del Estado nación; de la vida política
y de la violencia legítima, nos interesa pensar cómo se genera una condición de
posibilidad para producir ordenes sociales emancipatorios, alternativos y más
democráticos. El politólogo boliviano nos sitúa sobre su concepción de lo que
conlleva un proceso exhaustivo de democratización:
“Democratizar implica ampliar el
reconocimiento de lo social y su contingencia a través de una ampliación de la
política que se desplaza de la estatal vigilancia y protección de la propiedad
privada y la reducción de lo social, hacia la producción intersubjetiva y
dialógica de la subjetividad individual y el horizonte cultural de existencia
colectiva.” (Tapia, 2008, pág. 19)
De acuerdo a lo anterior, pensamos en
un proceso variopinto de democratización en algunas regiones del sur del
Tolima, como Herrera donde las instituciones y las relaciones de sociabilidad
que proponía el Estado no eran las más predilectas para tramitar las demandadas
de la sociedad civil. En Herrera como en muchas zonas de América latina,
conviven formas distintas de relacionamiento y de subjetividades comunitarias,
por ejemplo, creer en la posibilidad de la integración social a través de la
cooperación y de la autogestión y al mismo tiempo una lógica mercantil de
competitividad del individualismo metodológico de nuestra sociedad. El
incipiente empoderamiento comunitario se evidencia con el relato de la creación
del aeropuerto,
“En 1962 con enormes dificultades logró
llegar al caserío un bulldozer adquirido por la donación del gobernador del
departamento Alberto Rocha Alvira y con el pago de maquinista y mecánicos por
el comité de cafeteros de Herrera, {…} se empleó en la apertura de un aeropuerto (pista) que se denominó “los
guayabos” {…}. El costo de construcción de la pista fue de $350.000 pesos y los
caficultores aportaron $20.000 por carga de café vendido. La obra fue dirigida
por los empíricos “ingenieros” locales.” (Homero, 2014, pág. 18)
El empoderamiento comunitario ha sido
la forma en que territorios como Herrera han ido avanzando desde una temerosa y
a veces obligada autogestión por sus condicionamientos. El Estado ni los grupos
armados han logrado someter a ese sistema heterogéneo de producción de
autoridades locales, Zavaleta Mercado (2013) , hace énfasis en que cada sociedad,
incluso la más débil y aislada, tiene siempre un margen de autodeterminación;
pero no lo tiene en absoluto si no conoce las condiciones o particularidades de
su dependencia.
Cepillar la historia contra pelo, no
solo desentraña narrar la historia de los vencidos como menciona Benjamín,
también es el develamiento de las experiencias de resistencia popular que han
sido in-visibilizadas, tal es el caso, de la desconocida marcha por la paz
organizada en Herrera en el año 1999, sus habitantes cuentan con asombro la
valentía de la localidad para ponerle frente a la guerra.
“Aquí hubo momentos en que la población
civil no le hizo caso a la guerrilla, no recuerdo que año fue el paro que
hicimos acá, pero acá hicimos una resistencia civil contra la guerrilla, que no
salimos a taparle la panamericana” (Entrevista 24)
Así mismo, se fortalece la
participación política de la potencia como fuerza y posibilidad de acción
dentro de la praxis colectiva, ejerciendo el nosotros comunitario donde la
legitimidad recae sobre la participación colectiva, en términos de Dussel,
ser-comunitario. Según en esta visión, la comunidad es la última sede del
ejercicio de poder allí residen la toma de decisiones, por tanto, aquel que
mande debe ser obedeciendo (poder-obediencial[11]), se establece unos mecanismos que
garanticen anclamiento del Estado con sus bases populares y asamblearias que
responda como un designado con responsabilidades comunitarias, cumplir lo
anterior, otorga la necesidad imperante de llevar relaciones de sociabilidad
alternas a las que impone el Estado nación que parte, de la desarticulación de
la vida comunitaria Tapia lo punta con singular precisión:
“Las condiciones definitorias de la
configuración del estado moderno es la separación de la política como
monopolio, a través de un conjunto de estructuras e instituciones especiales de
gobierno, a distancia, pero en sintonía con la organización y el control de la
economía. Esto implica que en los momentos constitutivos de los estados
modernos una buena parte de la población queda excluida de la vida política
activa.” (2008, pág. 87)
Lo innovador de la propuesta del
pensador boliviano es que el Estado moderno, se erige sobre la desarticulación
de formas comunitarias y de auto organización social, para imponerse como el
sistema imperante, desde la dislocación de formas de existencia colectivas, así
mismo, el neoliberalismo necesita desestructuración de organizaciones
político-sociales locales, por ello, es necesario llamar la atención sobre las
posibilidades de emancipación colectiva a través de resistencias creativas, por
ejemplo, en el texto: Forma Valor y Forma Comunidad, (Alvaro, 2019) evidencia cómo la sociedad agraria e
indígena en Bolivia vivían bajo un orden social cosmológico (cosmosociedad) y
fue removido por un orden colonial mercantil, interrumpiendo y desestructurando
la autodeterminación de los pueblos indígenas.
Por último, quisiera evidenciar como gran
conclusión, en los espacios de la doble ruptura del monopolio, y en los
intersticios estales existe la posibilidad de situarse en horizontes
emancipatorios, por fuera de los márgenes institucionales de gubernamentalidad,
pero en territorios periféricos lo que se genera son dinámicas distintas,
mostrando que el Estado no todo lo permea. Toni Negri (2012) apropósito de su análisis sobre el
zapatismo y lo común se referirá a, “la constitución de lo común de considerar
las estructuras de gobierno como un espacio abierto dentro del cual se deben
abrir continuamente presiones con el objetivo de transformar el gobierno en
gobernanza” (pág. 188) .
Bibliografía
Alvaro, G.
L. (2099). Forma valor forma comunidad. La paz, Bolivia: Muela del
diablo.
Antonio, N. (2012). Marx, la biopolítica y lo común.
Bogotá, Colombia: Universidad nacional de Colombia.
Arjona, A. (2016). Rebelocracy:
Social Order in the Colombian Civil War.
Cheresky, I. (2015). El nuevo rostro de la democracia.
Buenos Aires.
Dussel, E. (2012). Radicalizar la democracia.
Homero, H. (2014). Crónica de un un pueblo olvidado en
el sur de Colombia. Obtenido de Centro Nacional de Memoria Historica:
http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/descargas/memorias_region/cronica_de_un_pueblo_olvidado_herrera_tolima.pdf
Kalyvas, S. (2006). La lógica de la violencia guerra
civil.
Tapia, L. (2008). `Política Salvaje . La Paz.
Tocqueville, A. d. (2007). La democracia en Ámerica.
AKAL.
Zavaleta Mercado, R. (2009). La autodeterminación de las
masas. La Paz, Bolivia: CLACSO.
Zavaleta Mercado, R. (2013). Obra Completa tomo I Y II.
La Paz : plural editores.
[1] Artículo
presentado al I Congreso Internacional de Estudios Latinoamericanos y del
Caribe. Pensamiento Crítico y Decolonialidad.
[2] Se propusieron
como parte por la disputa del poder y de la estrategia de construcción de una
nación, sustituir lo que pasaba por conocimiento histórico, que en realidad era
una narración negativa articulada por el bloque dominante. Ésta se sustituyó
por una articulación positiva entorno al núcleo popular que sería, además, la
condición de posibilidad de constitución de un Estado-Nación en el país. (2009,
Pág., 15)
[3] Entre los
intersticios delas esferas separadas de la vida moderna y por fuera y debajo de
las instituciones oficiales, la vida se hace invisible. (2008, Pág., 86)
[4] Ana Arjona
entiende orden social como reglas claras y su fuente de legitimación.
[5] Se entiende por
rebelocracia, cuándo el actor armado en ocupación no solo seguridad y
tributación, además la conducta, es el tipo más común.
[6] Es la forma menos
común de regulación del orden social en Colombia, es cuando la población civil
gracias a sus instituciones juega un rol central, la regulación por parte del
actor armado, se presenta en seguridad y rentas.
[7] La noción de
formación social abigarrada o abigarramiento, que sirve para nombrar uno de los
principales problemas en términos de y reproducción del orden social y
construcción de nuevas formas de unidad política, es decir, la persistencia o
existencia de estructuras de autoridad que en realidad son formas de
autogobierno o de otros sistemas de relaciones sociales (Pág., 24).
[8] Las entrevistas
acá citadas hacen parte de la siguiente investigación: Contextos explicativos
del desplazamiento forzado en el sur del Tolima y sus impactos sobre la
territorialidad y el territorio, (1958-2018) Universidad del Tolima. Observatorio
de Paz y Derechos Humanos, Semillero de investigación “Paz, violencia y orden
social”
[9] En esas
condiciones, el Estado-nación no es algo construido orgánicamente con relación
al conjunto de los territorios y a la cualidad de la diversidad de sistemas de
relaciones sociales, sino que es un Estado más o menos aparente, que
corresponde más o menos, en los momentos óptimos de construcción de
Estado-nación, a los ámbitos de modernidad configurada en esos territorios,
pero no a los que todavía se organizan sobre la base comunitaria. (2009, Pág.
25)
[10] Es una estrategia
teórica-metodológica que permite pensar la construcción local nacional en el
contexto mundo, pero manteniendo la exigencia de a reconstrucción histórica
interna como variable explicativa central (2009, Pág. 22)
[11] 20 tesis de
política, 2006.
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