Daniel Felipe Barrera Arias
Universidad del Tolima
Ciencia Política
dfbarreraa@ut.edu.co

La crisis de la democracia liberal-burguesa occidental cada vez es más evidente en nuestras sociedades latinoamericanas, vislumbra que la forma liberal de entender la democracia en América Latina está agotada. La desigualdad, la falta de legitimidad, la no representatividad y, la no autodeterminación de los pueblos, son algunos de los problemas de este tipo de democracias. Estas se presentan como absolutas e indispensables para el correcto funcionamiento del sistema político, pero en realidad son más ineficaces de lo que parece. El Estado nación presupone el monopolio de la vida política, lejos de esta visión lo que encontramos en América latina es distinto, Tapia (2008) lo enuncia en su texto política salvaje así:

“Se han organizado varias formas de monopolio de la política, que han existido rodeadas de otros espacios y formas de vida política, unas de raíz comunal y otro producto de la configuración de lo nacional-popular, que es un conjunto histórico de formas de constitución, articulación y fusión de sujetos políticos en procesos de construcción de una cosa pública común frente a las exclusiones y desarticulaciones del estado y sus gobiernos oligárquicos” (pág. 9).

Por otros caminos, pero bajo una lógica similar Cheresky (2015) dirá; “El sistema representativo, es decir, el poder ejecutivo, el congreso y los partidos políticos, junto con la magistratura judicial, han constituido un sistema de vocación a contener la vida política. La asociatividad y la espontaneidad social” (pág. 154).

Romper con el monopolio de la vida política habilita una forma distinta para considerar una construcción estatal alterna, se parte de la imposibilidad del Estado colombiano por arropar la complejidad social y política, pero a su vez, esa imposibilidad es su condición de posibilidad, porque permite pensar la articulación de una nación[2] en términos zavaletianos, positiva, por ello, los intersticios estatales[3]  son espacios vitales, aunque directamente no buscan romper con el monopolio de la vida política lo consiguen a tramos, y así dar cabida a relatos subalternos de nación, dando espacio para reflexionar en torno a una vida política plural, democratizadora, siendo el objetivo de esta ponencia, pensar las formas de la política fuera de los lugares institucionales, más allá y más acá del Estado, pero atravesando el Estado en el marco del conflicto colombiano.

En el conflicto colombiano, se han ido fraguando perspectivas que leen la usencia de Estado o vacío estatal como un desgobierno o un gobierno del caos, nada más lejos de la realidad, Kalyvas (2006) comenta que las guerras civiles lejos de ser una anarquía presentan orden, un orden distinto y en muchas ocasiones hibridado por los actores participes del conflicto, Arjona (2016) expone la capacidad de maniobra de la sociedad civil, pues juega un papel fundante en el orden social[4], en otro términos, cómo la población civil, según sus instituciones preexistente permite consolidar una rebelocracia[5] o minocracia[6], han solidificado o fragmentado el orden social una veces más autoritario y otras veces más democrático que da un  punta pie importante para re pensar el orden social dentro de las democracias liberal-institucionales.

Así pues, surge la gran inquietud, cómo y de qué forma estas relaciones de sociabilidad e institucionalidad crean lo que Zavaleta (2009) menciona como, formaciones sociales abigarradas[7] que florecen en espacios dónde el Estado no llega: porque no quiere, porque no puede o lo hace por intermediarios como una forma de solucionar las demandas, con la creación de unas nuevas instituciones o dejan autonomía a las instituciones locales preexistentes, siguiendo a Luis Tapia, pensamos en los intersticios estatales, que permitan pensar la política democratizadora rebabadora de la institucionalidad formal.

Dentro de las relaciones e instituciones tradicionales que contiene el Estado nación, los partidos tiene un lugar central en el sistema político, para Dussel (2012),los partidos políticos son mediaciones institucionales articulados a la representación la participación se origina en el buen juicio del sentido común ciudadano y no se identifica con los partidos (es anterior a ellos y mucho más que ellos)” (pág. 19), son los conductos establecidos por el Estado nación para canalizar el dialogo y las demandas que requiera la sociedad civil, pero en el marco de acción trasformadora limitan la participación de la ciudadanía, pues, implica jugar bajo unos condicionamientos que no permiten modificar del todo el orden existente. Los partidos, son instituciones articuladoras en entre el pueblo y sus mandatarios, pero no son las únicas y de acuerdo a la realidad colombiana, no son las más eficientes para garantizar un orden social democrático del que subyazca la autodeterminación.

Es en el sur del Tolima, el corregimiento de Herrera perteneciente al municipio de Rioblanco, departamento del Tolima (Colombia), localizado al suroeste. Es un corregimiento donde la cabecera municipal y su alcaldía tuvo poca participación e injerencia en el desarrollo político y económico de la región, marcado por el conflicto, el abandono estatal y una zona geográfica de difícil acceso, la fuerza pública se acentuaba de forma discontinua y donde la guerrilla de las Farc fue por mucho tiempo gobierno de facto, los partidos políticos y las instituciones gubernamentales tenían poca legitimidad y gobernanza. Gracias a los actores armados en ocupación la JAC tomo una relevancia estructurante del orden social, si bien la JAC aparece como una manera de detener la organización política de grupos insurgentes, creadas mediante la ley 19 de 1958, se convirtieron en la institución reguladora de la vida social, política y económica del corregimiento de Herrera, según los relatos de sus habitantes:

“las JAC ejercían un máximo de autoridad en la comunidad, por ejemplo iban a ponerle una queja a la guerrilla no la mandaba nosotros, le ponían una queja a la inspección y no la mandaban a nosotros, con una comisión de paz y convivencia solucionábamos los problemas, tanto de linderos, así de intolerancia, de tierra de faldas, cuando un patrón no le quería pagara un trabajador, nosotros solucionábamos los problemas” (Entrevistas 24)[8]

En la JAC se decía todo, quién entraba, quién salía, los problemas de orden social (problemas personales, líos de faldas etc.), el mercado, la frontera agrícola, lo anterior, conlleva un margen de sociabilidad distinto, por un lado, existe un espacio de cierta autonomía bajo el autoritarismo armado fariano que les permitía regirse bajo sus propias dinámicas y por su posición asilada unas relaciones de sociabilidad distintas y paralelas al del Estado contemporáneo.

La discusión sobre gobernanza del territorio es al mismo tiempo la pregunta por las instituciones, en este caso, las instituciones hibridas que nos permitan replantear las bases gubernamentales de la democracia liberal representativa. Cheresky (2015) hace las siguientes disquisiciones: “se trata de un ámbito no institucionalizado, y su condición informal tiene por vocación fomentar la deliberación e influir en las instancias representativas, pero no presentar alternativas en términos de poder a las instancias legales.” (pág. 122). Dispuesto adentrase en el nuevo rostro de la democracia el autor argentino, le apuesta a una nueva forma de democracia, caracterizada de la siguiente manera:

“La democracia continua con lleva una retracción del sistema representativo electoral y, como contrapartida, la expansión de la ciudadanía de la autonomía ciudadana, la dispersión del poder derivada de la cesión ilimitada de soberanía a los gobernantes y la emergencia de nuevos líderes y actores políticos sustentados en vínculos de popularización inestable.” (Cheresky, 2015, pág. 122)

Lo que nos interesa estudiar son los cimientos de la democracia contemporánea, su representatividad y su legitimidad, por tanto, lo particular de las JAC de Herrera, es como un órgano no institucional adquiere legitimidad institucional para la gobernanza, los mecanismos tradicionales como el voto, ya no son la fuente de representatividad ni de legitimidad, ahora son las organizaciones preexistentes que devienen en sujetos colectivos, donde emergen nuevas personalidades políticas como el presidente de la Junta de Acción Comunal y sus miembros, donde el poder ya no se encuentra en las relaciones con la Alcaldía Municipal y donde parece existir una soberanía dual o en términos de René Zavaleta un Estado aparente[9], detención formal de instituciones estales que permiten formas de organización regidas bajo instituciones civiles o comunitarias.

Esas instituciones sui generis que subyace en unas discusiones más participativas sobre lo común y en términos coloquiales lo que atañe a todos, a diferencia de lo que sucede en las instituciones anquilosadas en el plano libera, la acción comunitaria como se verá más adelante y la discusión por lo público son más constantes, haciendo la salvedad que su participación define el devenir de su vida en términos de subsistencia o existencia material y muchas veces se presenta por coacción del actor armado.
Sumado a ello, en estos ordenes sociales disidentes, la democracia es además de una forma de entender el relacionamiento Estado-sociedad civil, forma primordial[10], es la existencia en su seno organizativo de matices democráticos-asambleístas que en las democracias liberales no existen, en otras palabras, considerar la posibilidad de la autogestión comunitaria para construir la iglesia o el aeropuerto se da de forma democrática como pasa en Herrera. Tocqueville (2007) menciona la democracia como una caja de herramientas para solucionar problemas, pero no como una forma de vivir democráticamente (espíritu democrático), pero la democracia representativa liberal-occidental no han logrado forjar esta idea, para ellos, la democracia es legitimación pero no formas de relacionamiento.

El racionamiento de los defensores de la democracia liberal y representativa por sus valores cualitativos parece coherente, solo se representa lo ausente por eso si se representa al pueblo, el pueblo es el gran excluido, como una especie de epifanía maldita, la democracia se ha convertido en el vaciamiento de la potencia spinoziana y cada vez más se somete a la tiranía de las mayorías y en un profundo decaimiento en la política sin política.

Dussel (2012), lejos de crear una dicotomía entre democracia representativa y directa invoca en una superación de ambas, anidado a la idea de superar los límites cuantitativos de la democracia directa. Para el pensador y teólogo argentino, son momentos constitutivos del régimen democrático, por un lado, la democracia participativa hace posible y factible la acción colectiva y las posibilidades de la sobrevivencia, por otro lado, la representativa legitima las acciones.

En sociedades con vacío estatal, se origina una ruptura parcial del doble monopolio del Estado nación; de la vida política y de la violencia legítima, nos interesa pensar cómo se genera una condición de posibilidad para producir ordenes sociales emancipatorios, alternativos y más democráticos. El politólogo boliviano nos sitúa sobre su concepción de lo que conlleva un proceso exhaustivo de democratización:

“Democratizar implica ampliar el reconocimiento de lo social y su contingencia a través de una ampliación de la política que se desplaza de la estatal vigilancia y protección de la propiedad privada y la reducción de lo social, hacia la producción intersubjetiva y dialógica de la subjetividad individual y el horizonte cultural de existencia colectiva.” (Tapia, 2008, pág. 19)

De acuerdo a lo anterior, pensamos en un proceso variopinto de democratización en algunas regiones del sur del Tolima, como Herrera donde las instituciones y las relaciones de sociabilidad que proponía el Estado no eran las más predilectas para tramitar las demandadas de la sociedad civil. En Herrera como en muchas zonas de América latina, conviven formas distintas de relacionamiento y de subjetividades comunitarias, por ejemplo, creer en la posibilidad de la integración social a través de la cooperación y de la autogestión y al mismo tiempo una lógica mercantil de competitividad del individualismo metodológico de nuestra sociedad. El incipiente empoderamiento comunitario se evidencia con el relato de la creación del aeropuerto,

“En 1962 con enormes dificultades logró llegar al caserío un bulldozer adquirido por la donación del gobernador del departamento Alberto Rocha Alvira y con el pago de maquinista y mecánicos por el comité de cafeteros de Herrera, {…} se empleó en la apertura de un aeropuerto (pista) que se denominó “los guayabos” {…}. El costo de construcción de la pista fue de $350.000 pesos y los caficultores aportaron $20.000 por carga de café vendido. La obra fue dirigida por los empíricos “ingenieros” locales.” (Homero, 2014, pág. 18)

El empoderamiento comunitario ha sido la forma en que territorios como Herrera han ido avanzando desde una temerosa y a veces obligada autogestión por sus condicionamientos. El Estado ni los grupos armados han logrado someter a ese sistema heterogéneo de producción de autoridades locales, Zavaleta Mercado (2013), hace énfasis en que cada sociedad, incluso la más débil y aislada, tiene siempre un margen de autodeterminación; pero no lo tiene en absoluto si no conoce las condiciones o particularidades de su dependencia.

Cepillar la historia contra pelo, no solo desentraña narrar la historia de los vencidos como menciona Benjamín, también es el develamiento de las experiencias de resistencia popular que han sido in-visibilizadas, tal es el caso, de la desconocida marcha por la paz organizada en Herrera en el año 1999, sus habitantes cuentan con asombro la valentía de la localidad para ponerle frente a la guerra.

“Aquí hubo momentos en que la población civil no le hizo caso a la guerrilla, no recuerdo que año fue el paro que hicimos acá, pero acá hicimos una resistencia civil contra la guerrilla, que no salimos a taparle la panamericana” (Entrevista 24)

Así mismo, se fortalece la participación política de la potencia como fuerza y posibilidad de acción dentro de la praxis colectiva, ejerciendo el nosotros comunitario donde la legitimidad recae sobre la participación colectiva, en términos de Dussel, ser-comunitario. Según en esta visión, la comunidad es la última sede del ejercicio de poder allí residen la toma de decisiones, por tanto, aquel que mande debe ser obedeciendo (poder-obediencial[11]), se establece unos mecanismos que garanticen anclamiento del Estado con sus bases populares y asamblearias que responda como un designado con responsabilidades comunitarias, cumplir lo anterior, otorga la necesidad imperante de llevar relaciones de sociabilidad alternas a las que impone el Estado nación que parte, de la desarticulación de la vida comunitaria Tapia lo punta con singular precisión:

“Las condiciones definitorias de la configuración del estado moderno es la separación de la política como monopolio, a través de un conjunto de estructuras e instituciones especiales de gobierno, a distancia, pero en sintonía con la organización y el control de la economía. Esto implica que en los momentos constitutivos de los estados modernos una buena parte de la población queda excluida de la vida política activa.” (2008, pág. 87)

Lo innovador de la propuesta del pensador boliviano es que el Estado moderno, se erige sobre la desarticulación de formas comunitarias y de auto organización social, para imponerse como el sistema imperante, desde la dislocación de formas de existencia colectivas, así mismo, el neoliberalismo necesita desestructuración de organizaciones político-sociales locales, por ello, es necesario llamar la atención sobre las posibilidades de emancipación colectiva a través de resistencias creativas, por ejemplo, en el texto: Forma Valor y Forma Comunidad, (Alvaro, 2019) evidencia cómo la sociedad agraria e indígena en Bolivia vivían bajo un orden social cosmológico (cosmosociedad) y fue removido por un orden colonial mercantil, interrumpiendo y desestructurando la autodeterminación de los pueblos indígenas.

Por último, quisiera evidenciar como gran conclusión, en los espacios de la doble ruptura del monopolio, y en los intersticios estales existe la posibilidad de situarse en horizontes emancipatorios, por fuera de los márgenes institucionales de gubernamentalidad, pero en territorios periféricos lo que se genera son dinámicas distintas, mostrando que el Estado no todo lo permea. Toni Negri (2012) apropósito de su análisis sobre el zapatismo y lo común se referirá a, “la constitución de lo común de considerar las estructuras de gobierno como un espacio abierto dentro del cual se deben abrir continuamente presiones con el objetivo de transformar el gobierno en gobernanza” (pág. 188).

Bibliografía

Alvaro, G. L. (2099). Forma valor forma comunidad. La paz, Bolivia: Muela del diablo.
Antonio, N. (2012). Marx, la biopolítica y lo común. Bogotá, Colombia: Universidad nacional de Colombia.
Arjona, A. (2016). Rebelocracy: Social Order in the Colombian Civil War.
Cheresky, I. (2015). El nuevo rostro de la democracia. Buenos Aires.
Dussel, E. (2012). Radicalizar la democracia.
Homero, H. (2014). Crónica de un un pueblo olvidado en el sur de Colombia. Obtenido de Centro Nacional de Memoria Historica: http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/descargas/memorias_region/cronica_de_un_pueblo_olvidado_herrera_tolima.pdf
Kalyvas, S. (2006). La lógica de la violencia guerra civil.
Tapia, L. (2008). `Política Salvaje . La Paz.
Tocqueville, A. d. (2007). La democracia en Ámerica. AKAL.
Zavaleta Mercado, R. (2009). La autodeterminación de las masas. La Paz, Bolivia: CLACSO.
Zavaleta Mercado, R. (2013). Obra Completa tomo I Y II. La Paz : plural editores.


[1] Artículo presentado al I Congreso Internacional de Estudios Latinoamericanos y del Caribe. Pensamiento Crítico y Decolonialidad.
[2] Se propusieron como parte por la disputa del poder y de la estrategia de construcción de una nación, sustituir lo que pasaba por conocimiento histórico, que en realidad era una narración negativa articulada por el bloque dominante. Ésta se sustituyó por una articulación positiva entorno al núcleo popular que sería, además, la condición de posibilidad de constitución de un Estado-Nación en el país. (2009, Pág., 15)
[3] Entre los intersticios delas esferas separadas de la vida moderna y por fuera y debajo de las instituciones oficiales, la vida se hace invisible. (2008, Pág., 86)
[4] Ana Arjona entiende orden social como reglas claras y su fuente de legitimación.
[5] Se entiende por rebelocracia, cuándo el actor armado en ocupación no solo seguridad y tributación, además la conducta, es el tipo más común.
[6] Es la forma menos común de regulación del orden social en Colombia, es cuando la población civil gracias a sus instituciones juega un rol central, la regulación por parte del actor armado, se presenta en seguridad y rentas.
[7] La noción de formación social abigarrada o abigarramiento, que sirve para nombrar uno de los principales problemas en términos de y reproducción del orden social y construcción de nuevas formas de unidad política, es decir, la persistencia o existencia de estructuras de autoridad que en realidad son formas de autogobierno o de otros sistemas de relaciones sociales (Pág., 24).
[8] Las entrevistas acá citadas hacen parte de la siguiente investigación: Contextos explicativos del desplazamiento forzado en el sur del Tolima y sus impactos sobre la territorialidad y el territorio, (1958-2018) Universidad del Tolima. Observatorio de Paz y Derechos Humanos, Semillero de investigación “Paz, violencia y orden social”
[9] En esas condiciones, el Estado-nación no es algo construido orgánicamente con relación al conjunto de los territorios y a la cualidad de la diversidad de sistemas de relaciones sociales, sino que es un Estado más o menos aparente, que corresponde más o menos, en los momentos óptimos de construcción de Estado-nación, a los ámbitos de modernidad configurada en esos territorios, pero no a los que todavía se organizan sobre la base comunitaria. (2009, Pág. 25)
[10] Es una estrategia teórica-metodológica que permite pensar la construcción local nacional en el contexto mundo, pero manteniendo la exigencia de a reconstrucción histórica interna como variable explicativa central (2009, Pág. 22)
[11] 20 tesis de política, 2006.

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