Por: Josías Misael
En este artículo se expone una crítica de
la experiencia progresista en el Ecuador (2007-2017) y la insostenibilidad
económico política de su propuesta basada en la conciliación de clases con el
fin exponer la vigencia y vitalidad de la estrategia socialista como salida
real a los perpetuos ciclos de opresión. Un desarrollo analítico de este tipo
requiere observar las condiciones de la lucha de clases y la correlación de
fuerzas a nivel nacional y regional en el marco de la producción capitalista.
Para ello se aborda una crítica marxista de la economía política, la cual
permite un distanciamiento y exposición ideológico-burguesa de la economía
política hegemónica de nuestro tiempo que asume una tradición liberal
exacerbada, potenciando categorías iniciales de la disciplina, tal como el
libre comercio (Gambina 2024, 1).
El presente ensayo se articula en tres
secciones. Primero, se examinan las causas estructurales que provocaron la
transición del modelo de acumulación keynesiano al neoliberal como ejemplo de
la transformación permanente, y con ello, la posibilidad dialéctica
—científica— del socialismo. Segundo, se detalla el proceso dialéctico de
acumulación y desfogue de fuerzas del proletariado latinoamericano, la
convergencia de estas en las llamadas experiencias progresistas, y el cierre
del ciclo con la derrota regional del proyecto socialdemócrata. Finalmente, el
análisis aplicará la crítica de la economía política al caso específico de
Ecuador (2007-2017) para problematizar esta experiencia con el fin de aportar a
la discusión por el Socialismo Real
en América Latina.
1.
El ascenso del neoliberalismo: crisis del keynesianismo y ofensiva imperialista
El tránsito hacia el neoliberalismo
durante los 70s no debe entenderse como una simple selección de política
económica por parte de los grandes poderes, sino como la respuesta
específicamente del capital a una profunda crisis estructural de valorización en
el modelo keynesiano basado en la producción. La crisis de valorización
keynesiana puso en evidencia la insostenibilidad de la contradicción
capital-trabajo por medio de uno de los elementos centrales de su modelo: la
conciliación de clases. Este acuerdo se sostenía en el régimen capitalista de
propiedad y era garantizado por un Estado y régimen de Bienestar dónde el
aumento de la productividad se traducía en un aumento de los salarios reales a
costa de limitar la tasa de ganancia del capital.
Sobre la crisis del modelo
keynesiano y los inicios del neoliberalismo Carcanholo (2017, 28) afirma que
“como cualquier crisis del capitalismo, representó una superproducción de
capital (superacumulación) y una reducción de la tasa de ganancia, lo que no es
más que una consecuencia de la producción en exceso de valor-capital”. Es
decir, las condiciones materiales que habían permitido la relativa conciliación
entre el capital y trabajo por medio de un Estado de Bienestar en un modelo
productivo de la época posguerra, llamada por la literatura liberal como la
Edad de Oro del capitalismo, se agotaron, para finalmente, con una sangrienta
reestructuración neoliberal por parte del imperialismo estadounidense,
consolidar la supremacía del capital ficticio y el libre mercado (Carcanholo
2017).
En este escenario mundial para el
capital, mantener conciliaciones con el trabajo se volvió dialécticamente
incompatible con la necesidad del capital de recuperar su rentabilidad. Por lo
tanto, cualquier reestructuración orientada a revalorizar las ganancias
implicaría, necesariamente, un golpe contundente contra la clase trabajadora y
con ello, una intensificación de la lucha de clases en todos en todos los
territorios bajo el dominio del capital. Una lucha realmente sangrienta por la
misma supervivencia entre el capital y el trabajo: lucha de clases.
En América Latina, el capital necesitaría
desatar una feroz avanzada contra el trabajo que solo fue posible mediante una
reestructuración neoliberal en el modelo dependiente, la cual posibilite una
nueva bocanada de vida para el capital en su permanente necesidad de
acumulación y valorización. Esta avanzada se ejecutó:
- Bajo la dirección del imperialismo, el único existente, encabezado por el hegemón económico, político, militar, y guardián del capitalismo global: los Estados Unidos. Por medio de una amplia red de organismos financieros —Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial— y empresas transnacionales, en conjunto al apoyo de las burguesías nacionales (Camara 2023; Katz 2011).
- La debilidad del poder de clase del proletariado latinoamericano contra el capital, y por ende, incapacidad política del proletariado regional de responder al poder político del imperialismo,como fueron los múltiples golpes de Estado en la región durante el Plan Cóndor en el que múltiples movimientos populares y revolucionarios que pretendieron resistir la feroz embestida del capital fueron derrotados.
- Por las condiciones estructurales del momento de crisis capitalista y agudización mundial de la lucha de clases —antes de su salida dialéctica al neoliberalismo— ante la imposibilidad de las burguesías nacionales y el imperialismo de sostener la conciliación de clases propuesta por el modelo keynesiano conforme a las necesidades de revalorización de las tasas de ganancia del capital propiciando así, un ataque global contra los trabajadores de todo el mundo (Pascalina 2023; Carcanholo 2017b).
- En este punto, es imposible obviar el progresivo debilitamiento del Socialismo Real dentro de la Unión Soviética y en todas sus áreas de influencia, un proceso que se inicia tras la muerte de Stalin y que culmina con la posterior disolución de la URSS y el Bloque Socialista en Europa en paralelo al debilitamiento y derrota de numerosas experiencias revolucionarias, soberanistas y de izquierda en los países dependientes.
Sobre la dialéctica de la transformación
permanente como muestra la evidencia histórica, económica y política, de la
transición de un modelo a otro se recupera la idea de la transformación
económica continua basada en crisis estructurales y reestructuración del
capitalismo. Este elemento nace explícitamente de la observación de la ley
dialéctica de la negación de la negación, ley a la que el Diccionario
filosófico marxista (1946, 230) se refiere como “Cada fenómeno, siendo
internamente contradictorio, lleva implícita su propia negación. En él luchan
lo naciente y lo caduco, lo nuevo y lo viejo” que aplicado al campo de la
crítica de la economía política, permite esclarecer la lógica de transformación
constante del régimen de acumulación capitalista por medio de negaciones
permanentes en su desarrollo histórico como ejemplifican las crisis y
restauraciones.
Así como el modelo keynesiano de “Bienestar”
fue sometido a las fuerzas dialécticas y dio paso al neoliberalismo, el régimen
neoliberal alberga en sí contradicciones que se hacen visibles por medio de sus
múltiples crisis, y que bajo lógica dialéctica, por lo tanto, su transformación
en el tiempo es inevitable. Pensar la economía política como una totalidad
alrededor de un régimen mundial impuesto por el capital y el imperialismo
estadounidense, proporciona elementos en función de aportar a la discusión teórica
por el Socialismo Científico en el Abya Yala.
2.
La crisis estructural del neoliberalismo y sus consecuencias para el
proletariado latinoamericano
Como se ha expuesto, el régimen de
acumulación neoliberal no escapa a las contradicciones inherentes del
capitalismo. Las contradicciones han engendrado una serie de crisis que pueden
ser rastreadas en la burbuja japonesa (1993), la caída del Sudeste Asiático
(1997), el desplome de Rusia (1998), el desmoronamiento de las Punto.Com (2000)
y el descalabro de Argentina (2001) para finalmente producir una crisis
financiera (2008) que constituye los límites y la manifestación más aguda de
crisis neoliberal de la cual, este no se ha logrado recomponerse hasta la
actualidad, de ahí que se sumen las posteriores crisis por COVID-19 (2020) y la
crisis inflacionaria-energética (2022) (Katz, 2011, p. 26).
Pascalina (2023,
63) también observa estos ciclos de crisis y señala que “la reestructuración
neoliberal ha manifestado a lo largo del siglo XXI signos evidentes de
agotamiento mediante una sucesión de crisis cíclicas de gran impacto, que
consideramos que constituyen una crisis estructural financiera”. En términos económicos
se trata de la posibilidad de ocaso del neoliberalismo, que hasta ahora no se
ha verificado pero que, sin embargo, por sus signos agotamiento expresados en
múltiples crisis cíclicas, es pertinente pensar que estamos ante una crisis
estructural financiera (Katz 2011, 26; Camara, 63). En términos políticos
implica una nueva crisis cíclica del capitalismo que agudizará la lucha de
clases en distintos puntos del planeta, y América Latina —y el Ecuador— no
escapa de esa tendencia histórica de las fuerzas.
Si bien, por razones específicas,
economías en América Latina han logrado resistir en mayor o menor medida los
embates de las crisis y las reestructuraciones, es necesario entender que, en
la economía capitalista, es decir, economía del mercado mundial bajo
supervisión del imperialismo, ninguna economía escapa totalmente de las
reconfiguraciones que pueda sufrir el capital. En este sentido, a lo largo de
las múltiples crisis del neoliberalismo, las economías de América Latina, como
economías dependientes en el mercado mundial, son vulnerables a los cambios del
modelo de acumulación de capital por su papel en la división internacional del
trabajo en la arquitectura colonial e imperialista.
La historia deja en evidencia que durante
crisis de envergadura estructural los ataques del capital contra el trabajo
minan brutalmente las condiciones materiales de vida del proletariado de
América Latina en pos de la revalorización y acumulación continua. En este
sentido, los ataques del capital en el Abya Yala se han manifestado a través de
la privatización, la desindustrialización, reprimarización de economías,
recomposición y fortalecimiento de relaciones de dependencia, desmantelamiento
de sectores estratégicos, financiarización, y la aplicación general del modelo
de libre mercado.
El ataque del capital en momento de crisis se traduce en
despidos, recortes salariales, flexibilización, precarización de la vida,
ataques al régimen del trabajo y del seguro social, destrucción de derechos
laborales y sindicales, y progresivos impuestos al consumo, condenando a
millones de proletarios a la perpetua miseria y la muerte. Por lo tanto, pensar
la crisis del capitalismo en América Latina implica problematizar la correlación
de fuerzas entre el poder del trabajo frente a los movimientos del capital.
3.
Balance del progresismo en América Latina: entre reformas y límites
estructurales
En América Latina para los años 70s e
inicio de los 2000s, en el desarrollo histórico de las contradicciones cíclicas
manifestadas en crisis dentro del modelo neoliberal, la resistencia por parte
del poder de clase del trabajo se había profundizado, alcanzando un acumulado
de fuerzas sociales aproximado de tres décadas de resistencia desde la avanzada
neoliberal del capital en los 70s. Esta coyuntura de avanzada regional del
capital respondía en términos políticos a la ejecución económica de la necesidad
del capital de implementación y expansión neoliberal por medio del imperialismo
estadounidense. En el desarrolló histórico se dió un fortalecimiento continuo
de la clase trabajadora que le permitió dar distintas avanzadas contra el
capital en toda la región. Estas fuerzas sociales acumuladas por parte del
poder de clase del trabajo desembocaron en victorias electorales dentro los
marcos de la democracia capitalista para distintas figuras de izquierda que
constituirían los llamados progresismos latinoamericanos tras aproximadamente
30 años de incesante neoliberalismo.
El ascenso del progresismo
latinoamericano, inscrito en las líneas ideológicas de la socialdemocracia, se
dio acompañado de una política económica que retomaba planteamientos
keynesianos que apuntaban al bienestar por medio de la conciliación de clases, y
con ello, una conciliación del poder del capital con el poder del trabajo,
insostenible frente a la crítica del materialismo histórico. En términos
profundos implica una ilusoria conciliación del capital-trabajo a través del
poder del Estado, concebido como instancia neutra o de disputa en el desarrollo
de la lucha de clases desconociendo la naturaleza burguesa del mismo. En esta
descripción se inscriben múltiples experiencias a lo largo de la región en los
inicios del siglo XXI, y que, hasta el día de hoy, disputan el poder con
evidentes rasgos de debilitamiento-agotamiento frente a la consolidación de
múltiples derechas nacionales ideológicamente alineadas al proyecto
imperialista de la perpetuación de la dictadura del capital. De estas
generalizaciones se hace una excepción para Cuba, Nicaragua y Venezuela por sus
particularidades históricas.
4.
Crítica de la economía política a la experiencia progresista en el Ecuador
Al igual que el diagnóstico general
abordado para la cuestión regional, en Ecuador la victoria de Rafael Correa en
el 2007 significó el resultado de un largo proceso de lucha contra el
neoliberalismo desde los años 80 que acumuló las suficientes fuerzas sociales
para desembocar en la victoria electoral del 2007. Al darse esta victoria
dentro de los marcos y las instancias de la democracia burguesa, con la toma
del Estado capitalista y la reestructuración socialdemócrata de este, las
fuerzas sociales acumuladas durante la lucha contra el neoliberalismo se
dispersaron en medida que la socialdemocracia respondía a demandas históricas
de los pueblos trabajadores sin intención de romper la dictadura del capital.
En los marcos democrático-burgueses en los que operó el progresismo, este no
logró contener la inminente reacción y contraataque de la burguesía nacional y
el imperialismo estadounidense en su necesidad continua de favorecer los
intereses del capital. Finalmente, operando en los mismos marcos de la democracia,
la burguesía nacional acierta un golpe contundente en 2017 con la traición de
Lenin Moreno al proyecto socialdemócrata y retorna a la receta neoliberal del
imperialismo. Esa avanzada del capital fue crucial para perpetuar los gobiernos
posteriores como el de Lasso en 2021 y las victorias de Noboa en 2023 y 2025.
En términos concretos, la derecha nunca ganó las elecciones, fue Lenin Moreno
el operador que facilitó un ataque de la burguesía de estas dimensiones.
En términos económicos, la experiencia
progresista en el Ecuador de inicio del siglo XXI se basó en la expansión del
gasto público en diversas áreas, creación y ampliación de subsidios y programas
sociales financiados por medio del boom de exportaciones de materias primas que
significó el reforzamiento de las economías latinoamericanas cómo economías
periféricas proveedores de materias primas para las economías centrales. Sin
embargo, estos cambios estructurales nunca tuvieron intenciones de modificar la
matriz primario-exportadora del Ecuador. La observación de la economía política
esclarece que bajo el gobierno progresista de Rafael Correa se dio un
reforzamiento del papel histórico de la región como región proveedora de
materias primas, profundizando el papel del Ecuador en la división
internacional del trabajo (DIT).
Cabe aclarar que la llegada de Correa no fundó
las condiciones para reforzar las relaciones de dependencia en la DIT, sino que
estás ya se encontraban en un proceso acumulado de reforzamiento con la llegada
del modelo neoliberal en los 70s. De ahí la contundente crítica marxista del
reforzamiento de las relaciones de dependencia basadas en la exportación de
recursos primarios durante el Correísmo. El horizonte para los pueblos
trabajadores no es el reforzamiento de la arquitectura histórica de la
opresión, sino la soberanía y autodeterminación real.
Si bien la captura de excedente económico
producto del reforzamiento de cadenas comerciales de dependencia primaria creó
relativos marcos de autonomía frente al mercado global y el imperialismo, el
origen mismo de esa renta —basado en la extracción y exportación de materias
primas— reforzaba en realidad las relaciones de dependencia entre el Ecuador
como economía periférica frente a otras economías centrales y capitalistas. Se
sostiene que el progresismo, al no pretender alterar las bases del modelo de acumulación
neoliberal y operar dentro de los marcos de la democracia burguesa con
postulados keynesianos de conciliación entre clases, tornaba intrínsecamente
precaria su sostenibilidad en el poder frente al poder realmente existente del
capital, la burguesía nacional y el imperialismo.
Este proceso fue impulsado por el
aglutinamiento nacional de fuerzas populares y de izquierda que se expresó en
escenarios como el control del correísmo sobre la mayoría parlamentaria e
institucional, sobre puestos estratégicos del Estado e impulsado por un de un
sólido apoyo de las masas trabajadoras. Económicamente asentado en el boom de
materias primas que permitió capturas históricas de excedente y la creación de
relativos marcos de autonomía estatal frente a los intereses del capital, el
gobierno del correísmo avanzó con múltiples reformas que permitieron el
crecimiento económico, la reducción de la pobreza, despliegue masivo de obra
pública, el apaleamiento de desigualdades, crecimiento del trabajo y un aumento
significativo de la inversión pública.
La crítica central al correísmo, como
expresión nacional del progresismo, radica en su enfoque ideológico sobre la
lucha de clases: a pesar de tener las condiciones objetivas y subjetivas para
establecer un proceso de transformación que pudiera representar un poder real
contra el capital y así transformar las bases materiales del régimen de
acumulación capitalista —actualmente en etapa neoliberal—, el correísmo optó
por mantenerse en los marcos institucionales de la democracia burguesa para
continuar su lucha, y que serían los mismos marcos los que facilitarían su
expulsión del poder para el 2017 y su posterior persecución.
Expreso reflejo de los límites
ideológicos de la socialdemocracia frente a los intereses del capital se hace
presente en la estrategia económica con la que el correísmo construyó el
llamado “bienestar” del modelo keynesiano, que en el Ecuador adoptaría el
nombre de Buen Vivir o Sumak Kawsay. 1) La base económica de estos procesos
siguió siendo la exportación de materias primas, lo que significó un refuerzo
de las históricas relaciones de la dependencia y la consolidación de un régimen
de desposesión en la región, que si bien generó rentas extraordinarias, no
tenía por objetivo la acumulación para la transformación de las bases
productivas y el desarrollo de las fuerzas productivas, mostrando 2) la
ausencia de una estrategia para la industrialización en función de acumular
capital productivo que pudiera crear marcos reales de soberanía frente al
dominio del capital ficticio en medida que se daba 3) un uso rentista de los
excedentes que propició la expansión del consumo interno por la captura
temporal de la renta, más no por la existencia de una real base material
productiva.
Si bien para muchos, las mejores
significativas de las condiciones materiales inmediatas de vida del
proletariado ecuatoriano auguraban un escenario que “parecía tomar fuerza una
perspectiva emancipatoria” (Solana 2025), la experiencia progresista con Rafael
Correa no logró dar una avanzada significativa contra el capital que pudiera
asegurar la protección de los intereses del poder del trabajo a lo largo del
tiempo. Esto es posible en medida que, cómo hemos expuesto, el modelo
económico-político del progresismo, el keynesiano, no pretendió ni alterar las
bases materiales reales de la acumulación capitalista, ni preparar las
condiciones para una continuación histórica de proyectos que pensaran la lucha
contra los intereses históricos del capital y su expresión actual con la
supremacía del capital ficticio.
Por otro lado, como la crítica económica
no puede desligarse de la crítica política; el progresismo no logró construir
una correlación de fuerzas capaz de disputar el poder al capital dado que la
misión histórica del progresismo nunca fue una avanzada emancipatoria real
contra la dictadura del capital.
El progresismo en el Ecuador, a pesar de
haber ascendido históricamente con fuerzas de izquierda al poder, no pretendió
alterar la estructura de poder del Estado capitalista subestimando su abierto
carácter clasista —burgués— ni construir gobernabilidad basada en el Poder
Popular como punta de lanza de un Bloque Histórico que pudiera blindar el
proyecto frente a las amenazas del imperialismo y la burguesía nacional.
- Por otro lado, optó por articular el poder político del Estado al poder económico de diversas facciones dentro de la burguesía nacional, reestructurando el balance de fuerzas entre sectores de la burguesía y el poder del Estado, estableciendo un consenso de clases como un elemento central para su modelo de gobernabilidad.
- Tras la caída de los precios de las materias primas el correísmo en sus últimas fases implementó un retorno progresivo a políticas neoliberales y por lo tanto, continuas concesiones al capital.
- Este giro ocurrió en un escenario y periodo de desmovilización nacional. El gobierno se distanció progresivamente de las distintas fuerzas populares y de izquierda que posibilitaron su toma del poder.
Amparado
en los marcos de la democracia burguesa y la creencia en el Estado de derecho,
permitió que el trabajo político de la derecha y la burguesía, ideológicamente
alineada al imperialismo, consolidara con el tiempo las fuerzas de la reacción.
La consolidación de la reacción alcanza un punto crítico en la segunda vuelta
de las elecciones presidenciales de 2017 en las que Guillermo Lasso como
representante de la burguesía financiera perdió las elecciones, pero alcanzando
un significativo 48.84% de los votos, mostrando que los años de trabajo
político de la reacción estaban dando frutos. Sin embargo, la derecha
finalmente tomaría el poder a través de la traición de Lenin Moreno, y
perpetuando su gobierno durante los gobiernos venideros de Lasso y Noboa
5.
La inminente ofensiva del capital
Tras 10 años de correísmo y el posterior
giro a la derecha en el 2017 con Moreno, los múltiples frentes de izquierda no
han logrado responder al momento histórico, lo que ha implicado una ausencia de
un horizonte organizativo frente a los innegables movimientos que ya está dando
el capital. Este escenario se expresa en la ausencia de un programa económico
frente a la crisis actual del neoliberalismo. Mientras tanto, la derecha ha
capitalizado —y exacerbado— el descontento social de diversos sectores de masas
trabajadoras marcando una continua acumulación de fuerza y recursos por parte
de la burguesía nacional del Ecuador e incluso en la región. De ahí que la
burguesía nacional pretenda usar esas fuerzas sociales para refundar el régimen
en uno de corte cívico-militar que responda a las necesidades actuales del
capital transnacional y financiero, y sobre todo, que pueda defenderlo frente
un posible levantamiento de la clase trabajadora del Ecuador como lo fue el
Paro Nacional del 2019.
A día de hoy, la ofensiva del capital ha
permitido a la derecha instalarse como fuerza dominante en Argentina, Perú,
Ecuador, Paraguay, Panamá, Costa Rica y El Salvador; todos alineados al
imperialismo estadounidense, los movimientos son claros. En un balance
regional, la tendencia se inclina hacia los intereses del capital financiero y
su necesidad actual de valorizarse frente a la acumulación de capital
productivo de otras potencias como China. Incluso en aquellos países donde el
progresismo ha tomado el poder como en Colombia, Brasil y México sus márgenes
de autonomía económica —y por lo tanto política— apenas alcanzan para sostener
políticas redistributivas elementales mientras hacen crecientes concesiones
frente al capital en el momento histórico.
Son precisamente estas experiencias
contradictorias las que con el devenir histórico les muestran a los pueblos
trabajadores del Ecuador y del Abya Yala los límites estructurales que impone
el poder realmente existente: que no hay proyecto popular real sostenible en el
tiempo sin confrontar las bases de la acumulación capitalista y la dependencia
orientada por el imperialismo estadounidense. El camino de la soberanía,
autodeterminación y descolonización está estrictamente ligado a la trastocación
del régimen capitalista de propiedad. Observación históricamente rechazada por
la socialdemocracia y crítica ideológica hacia su proyecto.
6.
Horizonte estratégico: la ofensiva socialista
En el contexto actual de crisis
estructural del neoliberalismo y el recrudecimiento de la lucha de clases en el
Ecuador, reflejo de las circunstancias regionales, resulta urgente pensar la
estrategia del proletariado en el Ecuador y la región para las inevitables
avanzadas del capital. En el Ecuador, a día de hoy el progresismo aún aglutina
una porción significativa del respaldo de las masas trabajadoras y de fuerzas
de izquierda, sin embargo, sería un error histórico volver a caer en la ilusión
de que un retorno progresista en la región es la alternativa frente a las
llamadas “nuevas derechas” que expresan las avanzadas del capital en su lucha
contra el trabajo.
La conciliación de clase con diversas
facciones de la burguesía, la fetichización del Estado burgués, el rechazo al
Poder Popular como estrategia de transformación real, la subestimación del
imperialismo y de la burguesía nacional, y finalmente, el rechazo categórico a
la posibilidad de reestructurar las bases de dependencia económica en el
Ecuador han mostrado los límites del progresismo dentro de los marcos de la
democracia burguesa.
En este punto, no queda otra pregunta más
que la leninista: ¿Qué hacer?. La crisis neoliberal y la caída libre en la
posmodernidad en términos políticos, representan un escenario que puede ser
entendido como una oportunidad histórica para los pueblos del Abya Yala que
pretenden seguir el sendero de la soberanía y autodeterminación, en la medida
en que este escenario abre un amplio terreno de condiciones objetivas de lucha
para pensar una avanzada socialista en América Latina. Una crisis cíclica del
capitalismo conlleva, inevitablemente, un auge de la lucha de clases por parte
de las masas proletarias que, de contar con un horizonte político concreto,
puede materializarse en un elemento central de la estrategia socialista: la
toma del poder y ejecución política.
Un horizonte emancipatorio real para el
Abya Yala frente al escenario de crisis estructural del régimen neoliberal
implica obligatoriamente una estrategia que pase por la toma del poder del
Estado y la transformación de este al servicio de las masas. Pensar en el marco
de la estrategia socialista implica el devenir de las fuerzas sociales de las
masas en una experiencia con intenciones ideológicas de trastocar el régimen de
propiedad capitalista. De no ser así, los pueblos trabajadores están condenados
a desfogar sus fuerzas en la maquinaria de la democracia burguesa que tiene por
objetivo mismo desfogar las fuerzas sociales acumuladas para renovar
permanentemente la dictadura del capital.
Para superar la crisis del modelo
keynesiano e instaurar el neoliberalismo, el poder imperialista se desplegó
brutalmente sobre la región, aplacando las luchas populares y revolucionarias
para mantener los beneficios del capital. Del mismo modo, ante la nueva crisis
estructural que enfrentamos, es crucial analizar las dimensiones y estrategias
con las que el imperialismo puede operar a día de hoy. En este punto resulta
crucial para todos los pueblos del Abya Yala no divagar ideológicamente y dar
por entendido que el imperio, Los Estados Unidos, frente a la crisis actual
usará todo su poder económico, político y militar en conjunto con la burguesía
nacional para aplacar a las fuerzas de las masas trabajadoras y mantener
continuos los flujos de valorización del capital.
Para el imperialismo y la
burguesía nacional del Ecuador, contener las fuerzas que pudieran desatar las
masas proletarias se vuelve una necesidad de supervivencia si desea garantizar
sus intereses en el Ecuador y en la región. Por ello, no es ninguna exageración
afirmar que el imperialismo está dispuesto a pelear hasta la muerte por el
mantenimiento del orden establecido, dicho de otro modo, por la defensa del
mismo capitalismo en el Abya Yala y la opresión continua de los pueblos.
Una nueva oportunidad histórica inscrita
en la tesis de un agotamiento estructural neoliberal no puede volver a
canalizarse en salidas reformistas ni en estrategias de conciliación. Solo una
praxis organizada y orientada por el horizonte de la toma del poder, podrá
traducir la efervescencia de la lucha de clases en una ofensiva socialista. Las
mismas fuerzas que los oprimidos han forjado en décadas de combate contra el
neoliberalismo y desde la colonización del Abya Yala, son las mismas fuerzas,
que desplegadas en una avanzada consciente pueden romper los límites
estructurales que el progresismo por falta de convicción no estuvo dispuesto.
Distinguir las condiciones del capital América Latina, reconocer los límites
impuestos por el poder realmente existente, aprender de los aciertos y errores
del progresismo como la más reciente experiencia ampliada de la izquierda, son
elementos cruciales para pensar la estrategia socialista en nuestra región
frente a la inevitable embestida del capital que vendrá acompañada del poderío
imperialista.
Referencias
bibliográficas
- Camara, Sergio. 2023. «Los rumbos de la economía mundial en
época de pandemia y guerra una mirada desde la américa latina y el caribe». CLACSO, Colección Grupos de Trabajo,
vol. 1: 61-83.
- Carcanholo, Marcelo. 2017b. «Dependência, Super-explotación
del trabajo y crisis: una interpretación desde Marx». Argumentum 9 (3): 165-69.
https://doi.org/10.18315/argum..v9i3.18499.
- Diccionario filosófico marxista. 1946. «Negación de la
negación». https://www.filosofia.org/enc/ros/ley8.html
- FPLP, ed. 2022. Estrategia
para la liberación de Palestina. Clásicos en color, #8. Ediciones en
lenguas extranjeras.
- Gambina, Julio. 2024. «Carlos Marx en la actualidad».
- Katz, Claudio. 2011. Bajo
el Imperio del capital. Colección movimiento. Espacio crítico.
- Pasqualina, Curcio. 2023. «Los rumbos de la economía mundial
en época de pandemia y guerra una mirada desde la américa latina y el caribe». CLACSO, Colección Grupos de Trabajo,
vol. 1: 145-61.
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