Ricardo Sánchez Ángel
Profesor emérito / Universidad Nacional de Colombia
Ante
los sucesos en curso de la política, conviene enfrentar la confusión reinante
para clarificar el rumbo a transitar. Lo primero es que el asunto tenebroso de
Benedetti y Sarabia, agravado por el ¿suicidio? del oficial Óscar Dávila Torres, requiere
unas garantías de eficacia y transparencia totales, lo cual lleva, no solo a
que se nombre un fiscal ad hoc, sino a
la renuncia del actual. Esto es especialmente urgente ante el hecho de que la
propia Fiscalía ordenó las chuzadas y está utilizando la situación para ataques
políticos y profundizar la línea conspirativa contra el gobierno del presidente
Petro.
La
salida de Barbosa y su panda son urgentes. Se trata de un asunto de salud
pública y debe comprometer la opinión nacional, tal como se logró con el
anterior fiscal Néstor H. Martínez. Sin este requisito, el asunto tenebroso se
perderá en las tinieblas y telarañas de la manipulación de los poderes. A esto
hay que agregar la claridad total sobre la afirmación del jefe de la campaña de
Petro, el político lumpen Benedetti de la entrada ilegal de quince mil
millones. A lo que se suman las investigaciones sobre Nicolás y Fernando Petro,
tal como lo ha pedido el presidente.
Esta
investigación no puede ocultar, con el “tapen, tapen”, el escándalo de la ñeñepolítica
en la campaña de Iván Duque. Es urgente desarchivar este expediente de la
Comisión de Acusaciones de la Cámara.
En
el método de la ciencia y de las exigencias de la vida, es necesario precisar,
distinguir, delimitar sobre lo que se afirma o se propone. Esto es válido para
una sana política. El presidente Petro debería aplicar estos criterios, lo que
le daría más eficacia, ya que comete un error grave cuando acusa a los medios
de comunicación y al periodismo, de manera genérica, de atacar y mentir sobre
su gobierno. Aunque señala a la revista Semana. Bueno, hay unos medios que lo
hacen. No informan, tergiversan, atropellan a ciertos entrevistados, minimizan
u ocultan los logros del gobierno. Tienen solo columnistas rabiosamente
denigrando del Gobierno Nacional. El presidente debería precisar cuáles medios
y cuáles periodistas lo hacen. Debería tener voceros calificados,
con carácter, criterio y documentados para aclarar y replicar. También para aceptar
críticas o destacar algún eventual apoyo.
El
presidente sigue cometiendo un error al no utilizar creativamente los medios
públicos de comunicación, que son importantes. Asunto que continúa pendiente. Pese
al nombramiento del nuevo director de televisión pública, el experimentado
periodista Hollman Morris, todavía no se nota el sello creativo, audaz, ya que
sigue el ritual oficialista.
Una
investigación sociopolítica que debe adelantar el periodismo es documentar
analíticamente todo el entramado de los dueños de los medios con los
conglomerados financieros. Ese “cuarto poder” hoy es primero económico-social y
tiene ramificaciones transnacionales en algunos casos. Poner en claro que hay
libertad de prensa, para los grandes propietarios, quienes escogen a los
directores de sus medios, verdaderos “hombres o mujeres de paja”, y cuyo
profesionalismo periodístico queda en veremos, dado que se guían por el
criterio, no de informar, sino de manipular. A propósito, ¿quién es el dueño de
un medio que en jet privado viaja a almorzar a París?
La
oposición política en Colombia tiene derecho a protestar, al filibusterismo
parlamentario, al obstruccionismo. Allá ellos con sus tácticas políticas. Lo
que no se puede aceptar es que el periodismo sea un partido político de
oposición, donde los titulares y la mayoría de columnistas sean adversarios del
Gobierno. No se puede confundir la libertad de prensa con la libertad de
empresa en pocas manos. Tampoco son aceptables las conspiraciones
interestatales, como las que ha puesto en marcha la Fiscalía.
Lo que también hay que criticar es la incapacidad del Pacto Histórico como fuerza política que se mantiene parlamentarizada, dominada por el relato de Roy Barreras y con los espejismos del neoliberalismo progresista en el manejo de la economía y en la política social. En la educación, por ejemplo. Es verdad que combinan los fines de semana y los días de fiesta con el relato político del presidente Petro. Lo que queda pendiente, y está en grave riesgo, es la suerte de las reformas a la salud, a las pensiones y la laboral.
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