Fotografía: Juan Cuenca.

Comité Editorial Militancia y Sociedad

Colectivo Clase a la Calle

 “Si ya no puedo creer que nada sea verdadero, 

¿por qué sigue viniendo la luz de la luna a batir 

la hierba?”  Fernando Pessoa

 

Decir que los intereses del sindicalismo nacional y departamental cada vez se distancian más (e inclusive resultan en contravía) de los anhelos populares es, hoy, un lugar común. Desde la movilización social del 21 de noviembre del año anterior, que nos permitió escribir la república erótica[1], la irrupción de la política de masas y la dislocación de la normalidad, se ha caído en un pesimismo radical frente a las posibilidades de traducir la movilización social en conquistas políticas y ciudadanas puntuales. Fundamentalmente, este desencanto obedece a un consumo parasitario de las fuerzas y capacidades de renovación del conjunto del movimiento social: para nadie es un secreto que la actual “dirección” del comando nacional y departamental de paro no ha tenido la capacidad política, orgánica ni intelectual de interpretar y orientar el movimiento social y popular del 21N a puntos estratégicos de unidad y, mucho menos, arrancarle conquistas al gobierno nacional. Por el contrario, su desenfrenado interés de negociación ha develado su pobreza programática y, sobre todo, ha desnudado su moral de transacción.   

Los constantes impulsos por consolidar un paro nacional drenaron en dos situaciones organizativas y tácticas: por un lado, la emergencia de movimientos populares y organizaciones sociales que, desde la pluralidad y la diversidad de voces, salió masivamente a rechazar el conjunto de reformas y deslegitimar la gestión del gobierno nacional. Por otra parte, cierta facción del movimiento sindical se plegó a la estrategia acrítica de negociación con el gobierno Duque, desentendiéndose de la fuerza social y política que exigía y se movilizaba en contra del régimen uribista. Este momento de irrupción de la política de masas ha supuesto, así, dos escenarios de dirección y coordinación del paro nacional: (i) negociación, mediante pliegos petitorios o (ii) revocatoria de mandato, por medio de movilización social permanente y una apuesta organizativa amplia e intersectorial. 

Estas dos circunstancias disyuntivas terminaron por generar desencuentros en los espacios de diálogo entre los diferentes sectores sociales y contradicciones no solo programáticas, sino también respecto a la táctica. El carácter de representación popular, junto al carácter organizativo, ha sido uno de los campos en disputa entre los distintos procesos y sectores que han impulsado el Paro Nacional: el liderazgo y la representación no provienen de ninguna personería jurídica, ni debe situarse como reminiscencia de un pasado de lucha y combativo. Es una situación que debe refrendarse en todo momento, para cada situación. En ese sentido, el movimiento sindical ha sido superado por las circunstancias actuales, los cambios en su composición social, el surgimiento de nuevos actores políticos y sociales y, en general, la constitución discursiva y práctica del nuevo sujeto político subalterno.

Como el título sugiere, esta redacción propone para el campo progresista y para el movimiento popular y social de la región disputar democrática, política e intelectualmente la dirección del Comando Departamental de Paro: nuestra propuesta es dialogar sobre las condiciones de posibilidad para consolidar una coordinadora regional de luchas y movimientos sociales. Ello implica una nueva caracterización, una redefinición de prioridades, nuevas orientaciones en la construcción de agendas de trabajo y estrategias de movilización acordadas en colectivo y en común. 

En ese sentido, se pretende desbordar el movimiento del 21N y las exigencias puntuales del pliego petitorio, conversando ampliamente frente a los retos políticos glocales-nacionales del movimiento popular. Si hasta el momento nos había asfixiado el pesimismo radical del inmediatismo, de no encontrar salidas que renueven y oxigenen el movimiento, proponemos un optimismo trágico o, mejor, un pesimismo esperanzado mediante el encuentro amplio y democrático de deliberación y unidad política de las luchas sociales del departamento. De modo que el Comando pase a constituir una plataforma de coordinación de luchas sociales regionales, con el objetivo de impulsar acciones conjuntas y consolidar una agenda política y social común. 

Redificar lo anterior requiere que el movimiento sindical reconozca que son un actor más en el variopinto de actores populares y subalternos, de tal manera que se eviten vanguardismos aparatistas y burocráticos que, en lugar de concitar la articulación y unidad política y táctica, conducen a la dispersión y la desmoralización política. A modo de autocrítica, sucede algo similar con el movimiento estudiantil, quien más allá de su probado espíritu combativo y la enorme iniciativa política activista, también debe aprender a atemperar su espontaneísmo y estar más dispuesto a poner en consideración en un espacio conjunto, la elaboración de una agenda unitaria de lucha política y acciones consensuadas con el resto del movimiento popular. 

Insistimos que las organizaciones sociales deben construir mecanismos de democratización al interior del Comando Departamental:  pretendemos discutir las posibilidades políticas de un paro nacional permanente, programática y democráticamente. Esto solo es posible si el movimiento sindical revisa auto-críticamente nuestro llamado a la apertura democrática del comando de paro. Reiteramos la invitación acordar y articularnos sobre lo fundamental, desde el intersecto de lo popular y subalterno. Estudiando y configurando las exigencias y demandas en una plataforma de luchas sociales. 

Este documento pretende ser una carta abierta al movimiento popular, social y subalterno tolimense, a los colectivos juveniles y a los procesos barriales. El espacio de la coordinadora regional de luchas debe permitirnos la múltiple expresión de distintos procesos sociales y sectores del movimiento popular en aras de participar activamente de la construcción de horizonte, no solo del paro, sino de la apuesta popular emancipatoria. Guardamos la esperanza de respondernos y encontrarnos en el tren de la transformación social.

 

 

 

 



[1] A propósito de la columna de opinión de Carolina Sanín para la Revista Arcadia (09, 12, 2019): https://www.revistaarcadia.com/opinion/columnas/articulo/la-republica-erotica-una-columna-de-carolina-sanin/79541

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